Las temperaturas por debajo de los -1.8ºC deberían ser suficientes para congelar cualquier pez ya que su sangre se congela a partir de los 0.9ºC. Por lo tanto, cómo sobreviven los peces en el Ártico o el Antártico es algo que a los científicos les ha interesado desde hace mucho tiempo.
Cincuenta años atrás ya se hallaron proteínas proteínas anticongelantes en la sangre de algunos peces de estas regiones que funcionan mejor que cualquier anticongelante hogareño, pero cómo lo hacían, no estaba claro.
La química Martina Havenith, de la Universidad de Ruhr lo ´consiguió. Recurriendo a una novedosa técnica conocida como espectroscopía terahertz, Havenith se sirve de radiación para registrar la actividad de las moléculas de agua y las proteínas. Los científicos descubrieron que las moléculas de agua, que habitualmente realizan una danza caótica en el agua, bailan de modo más ordenado cuando las proteínas anticongelantes están presentes. “El baile disco se transforma en un minueto” asegura Havenith.
El efecto previene la cristalización del hielo es mucho más pronunciado cuanto más baja es la temperatura. El anticongelante estudiado es una glicoproteína que perturba el agua para impedir la unión de las moléculas.
Juan Scaliter
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