Muy pocas veces se ha observado este fenómeno de manera natural entre dos especies distintas. Pero lo más normal sería que por compatibilidad de los tejidos deban de pertenecer a la misma familia (por ejemplo, rosáceas, como los ciruelos, manzanos, melocotoneros…).
Aunque los injertos espontáneos son más habituales entre miembros de la misma especie, las hayas por ejemplo son famosas por eso, ya que dos ramas o raíces que se tocan en el bosque tienden a unirse y juntar sus tejidos. También muchos frutales y olivos juntan ramas o raíces bajo tierra, no se sabe muy bien qué puede aportar como beneficio a esos dos árboles, aunque pudiera ser que con ello ganaran estabilidad, de la misma manera que se ensamblan los andamios de una obra, unos con otros, para coger mayor altura.
Redacción QUO