A lo largo de su historia, la Alhambra ha aguantado el embate de una veintena de terremotos importantes. Sus efectos han quedado en magulladuras, gracias a que está construida sobre dura roca, en una zona que soporta bien los movimientos de la falla que recorre la capital granadina.
Esa suerte no acompañó a la localidad murciana de Lorca el pasado 11 de mayo. Ese desastre fue quizás una mínima expresión de la fuerza de la naturaleza, pero suficiente para comprobar que nuestro país debe ponerse a cubierto.
Los terremotos en España son un fenómeno recurrente y casi diario. Si no nos preparamos, aquí un temblor de magnitud 5 puede destruir tanto como uno de 8 en Japón. Como en una cuenta atrás, los expertos han alzado sus críticas, acelerando sugerencias y estrategias, y las Autoridades han emprendido una frenética carrera de revisiones, propuestas normativas y planes de actuación. Y han surgido las dudas sobre la fiabilidad de nuestras construcciones, la calidad de la red sísmica y el entrenamiento de la población.
Casitas de papel
En cuanto al primero de los temores, si un terremoto de magnitud 5,2 puede dañar más de 1.700 viviendas en una pequeña localidad, ¿cuántas recibirían el indulto en una catástrofe mayor? Justo dos meses antes del seísmo de Lorca, científicos del Colegio Oficial de Geólogos de España (ICOG) alertaron de esta posibilidad en un futuro no muy lejano. Con los actuales conocimientos topográficos, geológicos y geofísicos, la cartografía de riesgo sísmico y la normativa sismorresistente de nuestra Península han quedado obsoletas. Zonas consideradas hasta ahora no peligrosas pueden registrar terremotos de magnitud 5. Una sacudida así en Asturias o León, por ejemplo, provocaría hoy destrozos imprevisibles.
Casi toda España puede temblar, y el alcance de las sacudidas depende tanto de su magnitud como de la naturaleza litológica del substrato y otras propiedades de los materiales. En Lorca, un terreno arenoso y de grava provocó la licuefacción del terreno, que amplificó más las ondas.
Mapa del peligro
Teniendo esto en cuenta, Roberto Rodríguez Fernández, director adjunto del Instituto Geológico y Minero de España, observa dos tareas urgentes e irrebatibles. La primera, “mapas de microzonación sísmica de las ciudades, similares a los que el IGME ha desarrollado en la ciudad de Santiago, en la República Dominicana, y que resultan muy laboriosas”.
La segunda, “una normativa de edificación más precisa y adaptada a la realidad de la ciudad, e incluso de cada zona, de acuerdo con esos datos de microzonación. No solo basada en los registros de sismos, como hasta ahora”.
La primera podría estar lista a fin de año. El Instituto Geográfico Nacional está preparando un minucioso mapa de peligrosidad sísmica que agrupará las zonas según su tectónica común y las clasificará en función del riesgo de terremoto en un período de 475 años. Incluirá también las conclusiones de la paleosismología, que estudia las fracturas en la corteza producidas antes de las primeras crónicas históricas, a partir de la materia orgánica que contienen.
Este nuevo mapa servirá de base para modificar la norma de construcción antisísmica NCSE-02 que prepara el Gobierno, casi diez años después de su aprobación, y para los planes de emergencia. También llevará la nueva lista de municipios donde será obligatoria.
“Después”, advierte Jorge Olcina, catedrático de Geografía en la Universidad de Alicante y autor de ¿Riesgos naturales?, “será importante un seguimiento detallado de su cumplimiento, y evitar la construcción en los terrenos donde, por su constitución geológica, los efectos de un terremoto puedan ser mayores”.
Enla infografía que puedes bajarte aquí, se recogen los 10 principios fundamentales que debe cumplir una contrucción sismorresistente.
Patrimonio histórico
Si la devastación en Lorca fue mayor en el casco antiguo, con edificios construidos antes de que se empezara a legislar, ¿qué ocurriría en el centro de las grandes ciudades, donde alrededor del 70% de las casas son anteriores a 1974?
Los geólogos piden un plan de rehabilitación de estos edificios y la incorporación de mapas de riesgos naturales en los planes de ordenación urbana. Aragón es la única comunidad autónoma con la normativa de edificación actualizada y que coteja los riesgos geológicos con los proyectos. La decana del Colegio de Arquitectos de Madrid, Paloma Sobrini, ha propuesto revisar los edificios anteriores a la norma, “porque hay barrios enteros que incumplen los parámetros mínimos de sostenibilidad, eficiencia energética, seguridad y accesibilidad. Debemos replantearnos lo que tenemos, y detectar qué falla”.
En cuanto a la protección del patrimonio histórico, el profesor de la Universidad de Granada Amadeo Benavent Climent afirma que: “Son monumentos muy rígidos y poco dúctiles, lo que les permite someterse a grandes deformaciones sin llegar a romperse, si bien es necesario estudiar su vulnerabilidad caso por caso”. Entre las técnicas más innovadoras, presentadas en el IV Congreso Nacional de Ingeniería Sísmica de la Universidad de Granada, destacan la incorporación de tratamientos especiales de disipación de energía en los edificios y una técnica que aísla el edificio al colocar grandes elementos de goma en la cimentación.
Informar a la sociedad
El dolor contenido y la calma de Japón contrastaban con el desgarro de las imágenes de Lorca, donde las nueve víctimas mortales sucumbieron arrastradas por el pánico. Entre una población y otra, solo hay una diferencia: entrenamiento.
En Chile y Japón, los ciudadanos reciben instrucciones constantes sobre alertas tempranas, evacuaciones, puntos de encuentro y capacidad de respuesta. “Aquí”, advierte el psicólogo Javier Rodríguez, del Grupo Isis, “los datos de riesgo no llegan a la población, ni se desarrollan programas preventivos para aprender a actuar”.
Solo los municipios de alto riesgo tienen un plan de emergencia, pero Rodríguez reclama la formación de psicólogos en catástrofes. “La reducción del nivel de angustia con técnica adecuada lo antes posible es fundamental, ya que un estrés sostenido durante más de tres semanas puede crear una atrofia irreversible en un área del hipocampo y llevar a ansiedad, trastornos psicosomáticos, depresión, fobias, cambios de personalidad, drogadicción o alcoholismo”.
¿Y el futuro?
¿Dónde podría producirse una catástrofe? En las fallas activas del Arco de Gibraltar, desde las cordilleras Béticas hasta la del Rif (Marruecos), se registran unos 2.500 microterremotos al año que casi nunca superan la magnitud 4 en la escala de Richter. El próximo más intenso podría situarse “en la franja que cubre las provincias de Sevilla, Granada Málaga, Almería, Alicante, Murcia y Valencia”, indicó Luis E. Suárez, presidente del Colegio Oficial de Geólogos de España en rueda de prensa tras el de Lorca.
A su vez, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha identificado riesgo de terremotos de más de 5 grados en la Cordillera Cantábrica, el extremo occidental de las cordilleras Béticas y el norte de Valencia. Pero la respuesta al “dónde” solo la tiene el tiempo.
Redacción QUO