Las bombillas LED juegan un papel fundamental hoy en día. Reducen tanto el consumo de electricidad como las emisiones que generamos en la atmósfera utilizando dicha energía.
Se trata de una tecnología en continuo desarrollo. El objetivo principal se centra en seguir aumentando la eficiencia de este tipo de bombillas, y uno de los puntos a tratar es cómo mejorar lo que se conoce como “eficiencia de extracción de luz”, es decir, cómo sacar la luz de los LEDs de forma más eficaz. Y es justo aquí donde entran en juego las luciérnagas.
La relación entre estos insectos y las bombillas LED no es nueva. En 2016, un grupo de investigadores coreanos fabricaron LEDs basados en la forma en que las luciérnagas consiguen su luz, ese brillo verde tan característico.
Sabemos que la luz de las luciérnagas es provocada por la reacción de oxidación de una sustancia llamada luciferina. Pero desconocíamos hasta ahora cómo consiguen estos animales optimizar la cantidad de luz que emiten.
Al igual que las luciérnagas, las bombillas LED se enfrentan a la dificultad de liberar la luz sin que esta se pierda, reflejándose hacia atrás.
Una reciente investigación asegura que, para impedir que esto suceda, las luciérnagas cuentan con unas microestructuras con lados asimétricos en su superficie que proyectan la luz de forma eficaz. Por su parte, los LEDs también disponen de estas microestructuras pero, en este caso, sus lados son simétricos. Los científicos descubrieron que, utilizando un tipo similar de microestructuras asimétricas, la mejora en a extracción de la luz era de un 90%.
Belén Robles González