«Era muy grande, pesado y tenía una piel muy parecida a la de un rinoceronte», así describió Steven Jones al enorme pez que encontró en las costas australianas y que no supo identificar en un primer momento: «creíamos quera un trozo de madera flotante que había acabado varado en la playa». Pero no, en realidad eran un pez luna o también conocido por su nombre científico Mola mola. Hace unas semanas, dieron con un ejemplar muy parecido en las costas de California, pero en este caso era un Mola tecta y parecía como desinflado comparado con la imagen de este último. Estos peces pueden llegar a crecer hasta los 3,3 metros de largo y llegar a pesar unas 1.5 toneladas, así que estamos ante una especie importante dentro del mundo oceánico y la más pesada en cuanto «esqueleto» se refiere.

Jones trabaja como pescador en la zona y está muy acostumbrado a encontrarse todo tipo de peces extraños en la playa, pero siempre acaban siendo o tiburones o focas. Esta vez, la cosa era muy diferente y cuando se la envió a su pareja Linette Grzelak, pensaba que estaba tomándole el pelo: «Creí que se trataba de un fake. No tenía ni idea de lo que podía ser». Para resolver sus dudas postearon la fotografía en iNaturalist, una red social en la que científicos se ayudan entre sí a identificar especies que no acaban de reconocer a primera vista y el consenso fue mayoritario: era un pez luna.

Ahora el cuerpo del pez ha vuelto al mar. El equipo lo encontró en una zona a la que solo tenían acceso en bote y, como estaban trabajando, no pudieron traerse el pez de vuelta a tierra firme para poder analizarlo. Se quedó en una mera anécdota.

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Linette Grzelak

¿Sabíais que en inglés se refieren a él como «pez sol»?

Debido a que le gusta mucho tomar el sol en la superficie del agua hizo que en los países de hablar inglesa se refiriesen a él como «pez sol», a pesar de que en España se hable de él como pez luna, por su forma redondeada y rugosa.

Además de por sus grandes dimensiones, estos peces son reconocibles por sus amplios ojos, que les hace lucir como si estuvieran constantemente asustados. Y esta vez, la ocasión lo merecía…

Fuente: Live Science

Alberto Pascual García