Para resolver esta cuestión, se han estudiado los huesos de los fósiles de estos animales que se han encontrado y cuya microestructura ósea permanece intacta. También la han comparado con la de algunas especies actuales, para ver si presentaban, por ejemplo, los típicos anillos, similares a los de los árboles, de los reptiles. No obstante, los huesos de los dinosaurios tienen características intermedias entre animales de sangre fría y caliente.
No fue hasta 2010 cuando se dio con un buen método: medir la densidad de isótopos raros pesados (carbono 13 y oxígeno 18) que queda en el esmalte dental; a mayor cantidad, mayor temperatura corporal. Así fue cómo, en 2011, Science se atrevió a atribuir a la sangre de los dinosaurios una temperatura parecida a la nuestra: entre 35,7 y 38,2º, la habitual entre los mamíferos y aves actuales.
Redacción QUO