En verano y principios del otoño, cuando la hierba escasea, las vacas de la granja lechera de Oasys, en la localidad francesa de Lusignan, buscan el alimento en las hojas de los árboles. Así disponen de comida todo el año. La idea forma parte de un experimento del Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) para probar nuevas técnicas de cultivo más amigables con el medio ambiente y, al mismo tiempo, rentables para el agricultor.
La granja experimental de Oasys se creó en 2013 y participan en ella 72 vacas lecheras, aunque no podrán a empezar a pastar las hojas hasta 2021, cuando los árboles alcancen un tamaño suficientemente grande como para soportar los mordisqueos del rebaño. Los investigadores han plantado cuatro especies diferentes: morera blanca, fresno, aliso y olmo. Siguiendo un proceso de tala muy antiguo, los árboles se irán cortando cada año más cerca del tronco con el fin de conseguir ejemplares de baja estatura, accesibles para el animal, pero con mucha frondosidad en cuanto a ramas y hojas.
Los árboles pueden proporcionar de 10 a 20% de la dieta de la vaca, pero es probable que esta cifra varíe mucho según el tamaño de los árboles, la densidad de siembra y la especie», explica la ingeniera Sandra Novak, una de las impulsoras de Oasys. «El dato puede parecer insignificante, pero si las hojas de los árboles son capaces de proporcionar forraje de calidad en el verano, cuando los pastizales convencionales ya no producen, podría resultar muy interesante para los agricultores».
La combinación de ambas formas de pasto permitirá el aprovechamiento del suelo, la fertilización del terreno y la reducción de recursos energéticos. Los primeros árboles se plantaron en 2014 y en febrero de 2014 ya se hicieron los primeros cortes. Aunque su apariencia quedó reducida casi a la nada, la tala se llevó a cabo con criterios muy precisos.
Marian Benito