Vamos a hacer un par de preguntas para ver cómo andas de lógica. ¿Preparado? Marta es más alta que Laura. Laura es más alta que Jorge. ¿Quién es más alto, Jorge o Marta?
Otra más. Laura estudia más que Jorge. Jorge estudia más que Marta. ¿Estudia más Laura que Marta?
Si tus respuestas han sido Marta en la primera pregunta y sí en la segunda, ¡enhorabuena! Has acertado. Se puede decir que dominas la inferencia transitiva, que es el término para designar la capacidad de comparar cosas de manera indirecta basada en yuxtaposiciones anteriores. Eso sí, antes de congratularte demasiado debes saber que este test también lo ha pasado con éxito ni más ni menos que la avispa cartonera.
En el verano de 2017 los investigadores de la Universidad de Michigan sometieron dos especies de avispas cartoneras a una prueba de inferencia transitiva, donde la gran mayoría de ellas la pasaron. Otros animales como ratas, gansos y peces cíclidos también han exhibido esta capacidad. Pero este estudio, que se publicó recientemente en Biology Letters, es el primero en exhibirlo con éxito en un invertebrado (las abejas no pasaron una prueba similar en 2004).
En un estudio anterior, la doctora Elizabeth Tibbetts, autora principal de este estudio, mostró que individuos de avispas femeninas pueden identificarse entre sí por sus distintos patrones faciales, que se parecen a las manchas de tinta de Rorschach. «Cuando dos avispas se encuentran, aprenden: ‘Oh, este es el aspecto de Suzy’. Y la próxima vez que se reúnan, recuerdan quién es Suzy», explica Tibbetts.
Durante la primavera, las hembras pasan mucho tiempo peleando. Y generalmente esas peleas suelen tener a otras hembras como público. «Las avispas recuerdan a los ganadores y perdedores, y las usan para establecer una jerarquía social: las más fuertes se reproducen, mientras que las más débiles hacen todo el trabajo», afirma Tibbetts. La doctora y sus colegas querían ver si las avispas podrían llegar un paso más allá. Digamos que una avispa cartonera en particular venció a Suzy, y luego presenció unos días después cómo Suzy ganó a Jane. ¿Podría esa avispa darse cuenta de que ella probablemente también ganaría a Jane?
Tal conocimiento requeriría inferencia transitiva. Así que el equipo pasó a un procedimiento de entrenamiento de cinco elementos, que es una forma estándar de probar esta habilidad en animales. Pusieron a las avispas en una serie de cámaras bicolores. Si se movían hacia el color equivocado, recibían una leve descarga eléctrica. De esta manera, «las entrenas para que el azul sea mejor que el verde, y una vez que aprenden eso, los entrenas para que el verde sea mejor que el púrpura», explica la doctora Tibbetts. Repitieron el experimento con cuatro pares de cinco colores.
Después del entrenamiento de las avispas, las colocaron en una nueva cámara. Esta tenía colores con los que estaban familiarizadas en el entrenamiento, pero que no se habían emparejado antes. Alrededor del 67 por ciento de las veces las avispas eligieron con éxito el color correcto, el que tiene menos probabilidades de darles una descarga eléctrica.
«Las avispas organizan todos esos pares en una jerarquía lineal en su cabeza», explica la doctora Tibbetts. Su siguiente paso en la investigación es estudiar cómo las avispas usan esta habilidad en el día a día durante sus interacciones sociales.
Esther Sánchez