Cada vez hay más incendios forestales y cada vez son más grandes. El fuego ha dejado de ser una alteración natural que modela el paisaje para convertirse en una cruel amenaza, con personas fallecidas, desalojos masivos, pérdidas de patrimonio y miles de hectáreas calcinadas. ¿Qué pasará este verano?
Investigadores del Instituto para el Medio Ambiente de Stanford Woods han analizado este riesgo partiendo de dos realidades: veranos cada vez más secos y calurosos y abundancia de combustible orgánico en las tierras del entorno. Para los próximos meses, el National Interagency Fire Center pronostica una gran temporada de incendios forestales a lo largo de la costa oeste, que va de California hasta Canadá, debido a una gran cantidad de pastos y otras plantas que crecen después de un invierno húmedo. De hecho, en California alguna empresa de servicios públicos ya ha iniciado cortes de energía para prevenir riesgos.
Así de crudo lo expone Chris Field, director del Stanford Woods: «Estamos en una era en la que es probable que cada temporada de incendios sea fuera de lo común y que de cada incendio pueda decirse que se encuentra entre los más destructivos que se hayan registrado. Y de seguir a este ritmo, en 2030 y 204 nos parecerá que los actuales eran leves».
En este estudio han participado también Rebeca Miller, que estudia la política de protección y prevención, y Michael Goss, que investiga las condiciones climáticas responsables del peligro extremo de los incendios forestales. Este último pronostica temperaturas por encima de lo normal al menos hasta agosto, lo que hará que se reduzca la acumulación de nieve en las zonas altas. Además, se esperan fuertes eventos eólicos marinos. Field destaca que estas circunstancias dejan el terreno muy susceptible a cualquier pequeña chispa provocada por una línea eléctrica, un cigarrillo desechado o una fogata desatendida.
Aunque a nivel individual y de comunidad siempre es posible mitigar los riesgos, los autores destacan que a largo plazo se requieren medidas y políticas específicas. “Si el mundo continúa calentándose a los niveles esperados con altas emisiones a lo largo del siglo XXI, es difícil imaginar el manejo exitoso del riesgo de incendios forestales como los que ocurren en California”, indica Goss.