La plaga de escarabajos del pino que afecta a las zonas más frías de Norteamérica puede aumentar la temperatura de los bosques en 1º C, una subida similar a la que causan los incendios. Este incremento bastaría para modificar la temperatura y el clima locales, alterando la formación de nubes y las precipitaciones. A esta conclusión ha llegado un estudio dirigido por Holly Maness, de la Universidad de Toronto (Canadá) y publicado en Nature Geoscience.
Los autores han analizado con sensores remotos el impacto de estos insectos en los bosques de la Columbia Británica, donde se encuentra afectado el 20% de los 170.000 km2 de arboleda. Los escarabajos se alimentan de los nutrientes que circulan bajo la corteza e impiden el normal desarrollo del árbol, mermando considerablemente la frondosidad de las copas. Como consecuencia, la evaporación ha disminuido en un 19% y los rayos solares llegan con más facilidad hasta el suelo que los refleja mejor que la vegetación. Ambos factores contribuyen al ascenso del termómetro.
Se establece así un ciclo de causa y efecto respecto al cambio climático global, ya que la explosión demográfica de los insectos y la mayor vulnerabilidad de los árboles también están provocados por él. Gracias a los inviernos más suaves, los escarabajos pueden pasar más tiempo activos y reproduciéndose, activados por el anticongelante de su sangre. La época de letargo invernal, en la que algunos ejemplares sucumben a las temperaturas extremas, se ha acortado considerablemente.
Por otro lado, la escasez de precipitaciones deja sin agua a los árboles. Se reduce así la evaporación que refresca el ambiente, las plantas se debilitan y también mengua la producción de savia, un arma que ahoga a sus atacantes. De esta forma, las plagas se han extendido en los últimos años con una virulencia desconocida hasta ahora y en Canadá ya se consideran uno de los mayores desastres medioambientales sufridos hasta ahora.
Pilar Gil Villar