Cuando una planta se ve amenazada, se sirve de las redes de hongos que conectan sus raíces con las de sus vecinas para poner a estas sobre aviso. A esta conclusión ha llegado un estudio de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), publicado en la revista Ecology Letters.
Ya se sabía que muchos vegetales emiten sustancias que vuelan hasta sus semejantes para avisarles de potenciales peligros. Por eso, los investigadores cinco plantas de habas (Vicia faba) y cubrieron con una bolsa de plástico a cada una de ellas. Además, aislaron del resto las raíces de dos de ellas, y después depositaron pulgones sobre las hojas de una de las que quedaban conectadas.
De inmediato, esta comenzó a segregar una sustancia con una misión doble: ahuyentar a los invasores y atraer un ejército de aliados, las avispas Rhyssa persuasoria, que atacan a los pulgones. Poco después las dos plantas que se habían mantenido unidas a ella bajo tierra activaron la misma estrategia, mientras los dos ejemplares aislados seguían sin inmutarse. Los únicos mensajeros posibles eran los hongos de sus raíces, muy probablemente a través de señales químicas, aunque el equipo aún tiene que corroborar este aspecto.
De esta forma se ha puesto de manifiesto una ventaja más de las frecuentes asociaciones llamadas micorrizas, simbiosis entre las raíces de las plantas y distintos tipos de hongos. Ellos obtienen vitaminas e hidratos de carbono que la planta ha “fabricado” a través de la fotosíntesis, y ellas se benefician de los nutrientes y el agua que los hongos extraen de un territorio al que no llegan las raíces.
Pilar Gil Villar