El pequeño Harry quedó huérfano cuando su madre murió de leucemia. Fue así como este pequeño koala acabó siendo criado por Kylie y Matt Elliott Radnidge, de Symbio Wildlife Park, un zoológico ubicado en Sídney.
La decisión de estos cuidadores le salvó la vida. Cuando la madre de Harry murió, él era demasiado pequeño y vulnerable para conseguir sobrevivir sin ayuda, pesaba sólo 250 gramos y aún no había salido de la bolsa. Por ello, ha pasado varios meses al cuidado de dos humanos. Según explican en Illawarra Mercury, la misión no fue nada sencilla. «No ha sido fácil criar a un bebé koala con hábitos nocturnos y garras afiladas. Sentimos admiración y respeto por las mamás koala». A pesar de las dificultades, aseguran que ha sido una de las acciones más desafiantes y gratificantes de toda su vida.
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Fuentes:
illawarramercury.com.au | mashable.com |
Redacción QUO