Desde las migrañas a los mareos, pasando por los dolores menstruales. Son solo algunos de los muchos males que (según dicen) cura el ejiao, un producto de la medicina tradicional china que se elabora a partir de una gelatina extraída de la piel del burro. Es tal la aceptación de este medicamento, que el país asiático se está quedando sin burros, ya que se necesitan unos cuatro millones de pieles anuales para dar a basto a la demanda existente.
La consecuencia es que la población de jumentos chinos ha disminuido de once millones a seis en solo veinte años. Por eso, antes de que los burros autóctonos se extingan, los chinos han optado por importarlos del extranjero. Según cifras oficiales, la agencia del puerto de Qingdao, uno de los más grandes de China, las compras de piel de burro han aumenta casi un 150% entre 2013 y 2015, pasando de importar 9.32 toneladas a 22.44.
México, Perú y Egipto son los países que mas venden a China. Por el contrario, otros como Burkina Fasso han prohibido la venta de pieles de este animal al país asiático, dado que el negocio estaba acabando con su propia cabaña.
El burro ya era de por sí una especie en peligro de extinción (en España, por ejemplo, quedan alrededor de 75.000 ejemplares) y, ahora, el mercado chino, supone una amenaza añadida.
Vicente Fernández López