En una de las historias narradas en Obaba, de Bernardo Atxaga, se hace mención a una leyenda local de Navarra sobre unos lagartos que devoran el cerebro de los niños si se introducen en sus oídos. ¿Pura fantasía?
Pues no tanto, porque algo así ha sucedido en Guangzhou, China, dónde los médicos han extraído una pequeña lagartija del interior de la oreja de un hombre de unos treinta años de edad. El paciente había acudido al centro sanitario tras sentir una sensación de picor cada vez más insoportable dentro de su oído.
Extraer al animal no fue sencillo, ya que se introdujo en lo más profundo del canal auditivo. Por eso, hubo que suministrar una sustancia anestesiante para lograr que dejara de moverse, antes de poder sacarlo con unas pinzas.
La lagartija era lógicamente de un tamaño muy pequeño, ya que medía menos de dos centímetros, pero lo que asustó a los doctores fue que no tenía su cola. Por ese motivo, realizaron varias radiografías para intentar ver si se había quedado en el interior del oído del paciente, pero no encontraron señales de ella. Todo parecía indicar que la había perdido antes de introducirse en la oreja del hombre.
Pero, ¿cómo de grave es que se introduzca un animal así en el canal auditivo? Pues bastante, ya que si no se extrae a tiempo puede devorar algunos tejidos. Es, lo que le ocurrió, por ejemplo, al explorador Richard Francis Burton, en su expedición para tratar de descubrir las fuentes del Nilo. Un escarabajo se metió en su oído mientras dormía y comenzó a devorarle el tímpano. El dolor era tan insoportable, que intentaron matarlo vertiendo cera ardiendo en la oreja, aunque no lo lograron. Finalmente, el propio Burton acabó con él perforándose la oreja con la aguja de un compás.
Vicente Fernández López