Nadie pone en duda que la garrapata es uno de los seres vivos más desagradables del reino animal. No solo por su aspecto grisáceo y blando, sino por la innumerable cantidad de enfermedades que transmite, como la fiebre hemorrágica o la enfermedad de Lyme. Aprovechando que este verano hay que extremar las precauciones debido a una intensa plaga de estos arácnidos, os contamos cuál es su ciclo reproductivo.
Nacen de huevos en forma de larvas y buscan lugares altos para saltar sobre sus víctimas, generalmente animales pequeños. Una vez se pegan a la piel y succionan sangre, se transforman en ninfas, que buscan animales aún más grandes para repetir el proceso y convertirse en garrapatas adultas. En este último estadio evolutivo es cuando las garrapatas se reproducen entre ellas (aunque algunas pueden autoclonarse) mientras repiten, por última vez, el proceso de absorción de sangre en animales muy grandes (venados, vacas, perros de gran tamaño) e incluso en humanos.
En tan solo una semana, una garrapata adherida a la piel de un ser vivo puede aumentar cuatro veces su tamaño y cien veces su peso. Una vez despegadas, ponen sus huevos. Una garrapata adulta puede poner entre tres mil y cuatro mil huevos. Todo este ciclo biológico puede durar dos meses, aunque hay casos en los que han sobrevivido 900 días.
Un mito muy extendido es que las garrapatas pueden poner huevos en los lugares donde se adhieren, como la piel de las mascotas. Sin embargo, esto es completamente falso. Aunque pueden llegar a transmitir enfermedades mortales, no ponen huevos dentro de la piel. Sí pueden emplazar sus huevos en jardines, alfombras y otros lugares cercanos a la vida humana.
Redacción QUO