Los llamativos pinzones de Gould exhiben una cabeza roja o negra, y las hembras eligen parejas de su mismo tono, porque son genéticamente más compatibles. Esa búsqueda de armonía tiene sentido: en las crías de parejas menos compatibles, un 80% de las hembras no llegan a adultas, frente al 40% de sus hermanos. Para contrarrestar este hecho, las pinzonas han desarrollado una extraordinaria capacidad: decidir el sexo de su descendencia. Sara Pryke y Simon Griffith publicaron en Science un experimento en el que tiñeron de ambos colores un grupo de machos negros. Los padres monocromáticos tuvieron hijos e hijas en igual proporción. Pero las hembras negras que se aparearon con los aparentemente rojos pusieron menos huevos, más pequeños y que en un 72% resultaron ser machos.
Pilar Gil Villar