No es ninguna novedad decir que encontrar casa se ha convertido en una odisea. Lo terrible es que la crisis inmobiliaria ya no afecta solo a los seres humanos, sino también a los animales. Mientras que aquellos que viven en plena libertad y salvajes son capaces de adaptarse a cualquier circunstancia (como los antiguos nómadas) y a buscarse una nueva morada cuando una catástrofe natural o la acción del ser humano destruye la que ya tenían, la actual crisis económica, con el aluvión de embargos y desahucios que acarrea, está afectando a unas víctimas indirectas: los animales domésticos.
La voz de alarma, como sucede casi siempre en estos casos, saltó en EEUU. Richard Gentles, portavoz de la sección de Acogida de Animales Abandonados del estado de Nueva York, declaró que: “En 2008 recibíamos ciento dieciocho llamadas semanales de personas que querían desprenderse de sus mascotas y buscaban quien se ocupase de ellas. Pues bien, ahora ya recibimos más de doscientas”. Y una de sus subordinadas, Holly Derito, que se encarga de recoger perros y gatos que vagabundean por el distrito de Manhattan, asegura: “Normalmente teníamos en el refugio una media de diez ejemplares esperando que se les asignase un nuevo hogar. Ahora tenemos veintiuno que han perdido su casa”. Lo que, según estos expertos, significa que cada vez hay más gente que, ahogada por los problemas económicos, toma la drástica decisión de abandonar a sus animales de compañía en plena calle.
Redacción QUO
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