Muchas empresas afirman que sus tejidos son sostenibles porque están hechos de materiales reciclados o naturales, pero la reducción del impacto ambiental es muy poca
¿Tienes ropa que nunca te pones? Mucha gente tiene el armario lleno de prendas, y aun así, cada vez quiere más. Necesitan estar a la última moda y, si es posible, arrasar con las mejores gangas en las rebajas.
La venta de ropa en tiendas sufrió un frenazo con la llegada del COVID-19, pero las compras por Internet se dispararon. En España sumaron un 50% más que el año anterior, según datos publicados hoy por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, especialmente entre los menores de 30 años.
Este consumo online es cada vez más habitual y tiene sus consecuencias. Los minoristas cambian rápidamente las tendencias y ofrecen prendas nuevas, lo que se traduce en un mayor desperdicio y más emisiones de carbono a la atmósfera por la fabricación y el transporte.
La producción mundial del sector textil se ha duplicado en los últimos 15 años, pero el número de veces que se usa una misma prenda ha disminuido en un 36%. Además, el 73% de éstas acaban desechadas en un vertedero.
Del fast fashion al fast shopping
Ya conocíamos expresiones como fast food (comida rápida), fast fashion (moda rápida) o fast delivery (entrega rápida). La compra rápida o fast shopping consiste en comprar directamente los productos que aparecen en revistas o anuncios publicitarios en autobuses mediante códigos QR. Así las tendencias de moda están disponibles para los consumidores de forma rápida y económica, en una cadena sin fin, sin necesidad de ir a una tienda física o adquirirlos por la web.
El que las prendas se usen un tiempo más corto y se desechen supone un gran problema para el medio ambiente. Algunas empresas fabrican las prendas con materiales reciclados, pero ¿cuánto reduce su impacto? La respuesta es no mucho.
Otras iniciativas se dedican a reutilizar las prendas a través de tiendas de segunda mano o servicios de reciclaje. También se han propuesto prácticas creativas de economía circular, incluidos los servicios de alquiler de ropa.
Sin embargo, estas soluciones son cosméticas. Los estudios muestran que la única forma efectiva de reducir el impacto de la ropa en el medio ambiente es, claro, comprar menos ropa.
Cómo reducir el impacto ambiental de la ropa
Según una nueva investigación de la Universidad LUT en Finlandia, la mejor manera de comprar ropa de forma sostenible es comprar cada vez menos.
Los investigadores consideraron el impacto del carbono de la ropa calculando las emisiones producidas en diferentes etapas del ciclo de vida de un pantalón vaquero de algodón.
Los cálculos se basaron en 200 usos de la prenda. Los expertos compararon diferentes escenarios para el “fin de vida” del pantalón. Aquí incluyeron usarlo más de 200 veces, revenderlos en tiendas de segunda mano y fabricarlos a partir de materiales de ropa reciclados.
La fabricación de ropa nueva produce más de la mitad de las emisiones totales de dióxido de carbono
El autor principal del estudio, Jarkko Levänen, dijo que la elección del pantalón y las emisiones de CO2 dejaron algunas otras dimensiones de la sostenibilidad fuera de su alcance, pero les permitió profundizar en el análisis.
El equipo de Levänen descubrió que la fabricación de ropa nueva produce más de la mitad de las emisiones totales de dióxido de carbono, lo que significa que incluso las prácticas sostenibles de eliminación no pueden superar el impacto ambiental de la fabricación de una nueva prenda. La mejor manera de comprar de forma sostenible es limitar la cantidad de ropa que compramos, usando más veces cada prenda.
Alquilar ropa, ¿una buena opción?
Muchas empresas afirman con orgullo que sus tejidos son sostenibles porque están hechos de materiales reciclados. Sin embargo, los investigadores se dieron cuenta de que el uso de textiles reciclados no reduce del todo el impacto ambiental, porque la producción de algodón genera emisiones bastante bajas en comparación con las emisiones de los procesos de reciclaje necesarios para fabricar telas sintéticas.
También descubrieron que alquilar ropa aumenta el número de usos de una prenda, y eso es bueno, pero también puede acumular emisiones por el transporte. En definitiva, los servicios de alquiler de ropa que dependían del envío producían mayores emisiones de dióxido de carbono que si la ropa se desechara. Aunque estos resultados admiten matices. Si la entrega de ropa se pudiera llevar en bicicleta o caminando, reduciría el impacto ambiental tanto como reutilizar la ropa.
Levänen indicó que los pequeños cambios en el comportamiento del consumidor tiene un papel muy importante, y que todos debemos reflexionar sobre el comportamiento del consumidor y la necesidad real de comprar ropa nueva.
REFERENCIA