El cultivo de maíz para biometano en suelos de turba emite tres veces más CO2 que el gas natural

En los últimos años se ha producido una rápida expansión de cultivos como el maíz para producir biometano como alternativa más limpia a los combustibles fósiles, con el fin de contribuir a alcanzar el «Net Zero», el balance cero de emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero parte de este aumento de los cultivos, en turba drenada, un suelo naturalmente húmedo y rico en nutrientes, está emitiendo tres veces más dióxido de carbono del que evita al no utilizar gas natural, según un estudio del Centro de Ecología e Hidrología del Reino Unido (UKCEH).

Los investigadores también calculan que la superficie de turberas del Reino Unido utilizada para cultivar maíz, que luego se introduce en un digestor anaeróbico para producir biometano, se ha triplicado desde 2015. Pero afirman que las emisiones resultantes del drenaje de estos humedales ricos en carbono para uso agrícola han sido ampliamente pasadas por alto.

El análisis, financiado por el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (Defra), se centra en el maíz y el Reino Unido, pero el equipo del estudio señala que cualquier cultivo en turba drenada a gran profundidad dará lugar a grandes cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero. Sus importantes conclusiones subrayan la necesidad de tener en cuenta las pérdidas de carbono del suelo relacionadas con todos los cultivos bioenergéticos que se realicen en turba drenada, en cualquier parte del mundo, para poder tomar mejores decisiones sobre la energía verde.

«El biometano es una importante fuente de energía renovable, pero parece poco sensato utilizar turberas drenadas principalmente para generar bioenergía en zonas donde esto conlleva mayores emisiones de CO2 que el combustible fósil al que sustituye», afirma el profesor Chris Evans, del UKCEH, que dirigió la investigación, publicada en Nature Climate Change.

Vaciar nuestras reservas de carbono

Aunque la combustión de cualquier gas para producir energía emite gases de efecto invernadero, el principio en el que se basa la producción de biometano es que el carbono liberado durante la combustión se ha eliminado recientemente del aire mediante la fotosíntesis, por lo que no añade CO2 adicional a la atmósfera.

Sin embargo, las turberas drenadas emiten mucho más carbono del que se evita al no utilizar gas natural. Esto se debe a que el drenaje de estos humedales para permitir el crecimiento de cultivos o árboles libera carbono que ha permanecido encerrado en sus suelos durante cientos de años. Este carbono liberado se expone al oxígeno atmosférico, formando CO2 y dando lugar a importantes cantidades adicionales de gases de efecto invernadero.

Mientras que cada metro cúbico de gas natural quemado emite el equivalente a 2 kg de CO2, las mediciones de flujo sobre el terreno del UKCEH muestran que el carbono del suelo perdido por el cultivo de maíz para la producción de biogás en turberas drenadas da lugar a emisiones de hasta 6 kg por metro cúbico de biometano producido.

Esta cifra no incluye las emisiones adicionales de gases de efecto invernadero derivadas de la aplicación de fertilizantes en los campos de maíz, la cosecha y el transporte del cultivo, o de la producción del biometano.

Gran aumento de la producción

El estudio estima que la superficie británica de turberas drenadas para el cultivo de maíz ha pasado de unas 6.000 hectáreas en 2015 a más de 11.000 hectáreas en 2021, mientras que la proporción del cultivo destinada a la producción de bioenergía, en lugar de a la alimentación, ha aumentado del 20% al 34%, lo que representa un incremento global del triple.

Los investigadores señalan que sus hallazgos no implican que todas las formas de producción de bioenergía en suelos de turba drenados provoquen un aumento de las emisiones. Por ejemplo, el cultivo de biomasa específica en turberas agrícolas gestionadas con niveles de agua más altos (paludicultura) es un método potencialmente prometedor para mitigar el cambio climático.

El profesor Evans afirma que, en comparación con la retirada total de tierras de la producción de alimentos para la producción de biometano, es menos perjudicial utilizar el maíz como «cultivo intermedio», es decir, plantas incluidas en los sistemas de rotación de cultivos para reducir el riesgo de malas hierbas, plagas y enfermedades. Esto tendría un valor comercial y ayudaría a compensar parte de las emisiones de CO2 asociadas a la producción de alimentos en turba.

Los investigadores añaden que el maíz cultivado en un suelo mineral tiene menos impacto en el balance de carbono del suelo a largo plazo, por lo que el proceso global en estas zonas sin turba puede ser más eficaz para reducir las emisiones.

Mejorar la toma de decisiones

La producción británica de biometano se ha cuadruplicado desde el año 2000, impulsada en gran medida por las ayudas económicas del Gobierno a la producción de biogás para apoyar la descarbonización del sector energético, entre ellas el Plan de Apoyo a los Gases Verdes y, anteriormente, el Incentivo a las Energías Renovables.

Rebecca Rowe, de UKCEH y coautora del estudio, afirma: «La transición hacia la energía neta cero no será del todo fácil. Junto a los éxitos, habrá fracasos y consecuencias imprevistas».

«Nuestro papel, como científicos, es apoyar al Gobierno, a los gestores de la tierra y a la industria proporcionándoles los mejores conocimientos actualizados sobre los impactos de sus acciones para que puedan tomar decisiones informadas sobre la producción de cultivos energéticos y el uso de la tierra. Se trata de trabajar juntos para garantizar un futuro sostenible».

REFERENCIA

Biomethane produced from maize grown on peat emits more CO2 than natural gas