En el estado más antiguo y poblado de Australia, Nueva Gales del Sur, se sitúa nuestra tierna historia. Abandonado a su suerte en el camino de un parque de caravanas en Anna Bay, un pequeño Tachyglossus aculeatus lucha por sobrevivir tras haber perdido a su madre con tan solo 30 días.
Por suerte, es encontrado por un grupo de senderistas que pasean por la zona. Al verle tan pequeño e indefenso, el grupo decide recogerle y entregarle a Taronga, la Sociedad para la Conservación australiana. Así es como el pequeño mamífero monotrema, bautizado como Beau, llega hasta The Taronga Wildlife Hospital, donde una amable ‘enfermera’ llamada Annabelle intenta sustituir a su madre en esta delicada fase de desarrollo.
Mírale bien porque al parecer no es fácil encontrar uno como él. Según Annabelle, «en más de 15 años que llevo cuidando animales heridos y enfermos, jamás me había topado con un ejemplar de tan corta edad». Esto es porque las madres esconden a sus pequeños en el propio marsupio temporal, una bolsa epidérmica que funciona a modo de incubadora y que permite que, al igual que ocurre las crías de los marsupiales, terminen de desarrollarse durante la lactancia (los marsupiales nacen sin desarrollar por completo). En concreto, la madre de los equidna coloca un solo huevo en en el marsupio ventral transitorio.
Esta situación se mantiene durante aproximadamente dos meses (de 45 a 50 días), de ahí que sea tan difícil toparse con alguno en una jornada de campo australiana. En Taronga creen que la razón, como es evidente, no es abandono como lo que le ocurrió a los famosos y siempre desdichados Marco y Amedio, sino que lo más probable es que a la madre se le cayera de de la bolsa mientras se trasladaba a otro lugar.
Para Annabelle, su ‘enfermera’ particular, no resulta tan sencillo alimentarle como a cualquier otro mamífero. Las crías de equidnos como Beau no tienen unos pezones a los que recurrir en su progenitora como ocurre en el resto de animales, sino que su alimentación, al igual que en los lactantes de los ornitorrincos, es algo inusual. Se alimentan con las gotas de leche rosa (debido a los altos niveles de hierro) que resbalan por los pelos de la madre hasta el interior de la bolsa. Esto es porque las hembras no tienen mamas y pezones como el resto de mamíferos, sino que poseen las glándulas mamarias bajo el pelo a ambos lados de su abdomen.
En la etapa en la que se encuentra Beau, con tan solo 40 días de edad, debería estar aún protegido en la bolsa de su madre. No es hasta que no les crecen las púas, pasados unos dos meses, el momento en el que la madre les saca de la bolsa y les introduce en una madriguera. Allí les estará alimentando hasta los seis u ocho meses de edad. El pequeño equidno no alcanza la independencia hasta que no cumple el año.
El sexo del pequeño Beau no se conocerá hasta dentro de unos meses, cuando termine de desarrollarse. Los equidnas, al igual que los ornitorrincos y a diferencia del resto de mamíferos, ponen huevos. En concreto, un solo huevo 22 días después del apareamiento, que deposita directamente en la bolsa.
Con 200 gr antes de alimentarle y 250 gr después, a Beau le queda todavía mucho por delante para poder caminar solo e independizarse con el resto de los de su especie. Por ahora, deberá permanecer junto a Annabelle en The Taronga Wildlife Hospital hasta que cumpla un año. Aunque con los mimos que esta recibiendo, no creemos que le sea muy difícil adaptarse.
El pequeño Beau en acción:
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