A pesar de las diferencias señaladas en la apariencia y el comportamiento, las pruebas de ADN demuestran que los elefantes del desierto de Namibia comparten el mismo ADN que los elefantes de sabana africana. Sin embargo, los primeros tienen una capacidad única para transmitir conocimientos y habilidades de supervivencia a las generaciones futuras.
«La capacidad de ciertos animales – explica Alfred Roca, uno de los autores del estudio publicado en Ecology and Evolution – como los elefantes para aprender y cambiar su comportamiento significa que los cambios genéticos no son críticos a la hora de adaptarse a un nuevo entorno. Los cambios de comportamiento pueden permitir que las especies amplíen su rango de hábitats hasta llegar a zonas marginales muy diferentes de su entorno original.”
Por ejemplo, los elefantes del desierto de Namibia, han descubierto la manera de evitar el sobrecalentamiento producido por las altísimas temperaturas de la región. Lo hacen cubriendo sus cuerpos con arena humedecida ya sea por su propia orina o con agua que almacenan en una bolsa bajo su lengua, capaz de albergar más de diez litros del líquido elemento. También son capaces de recordar la ubicación de los escasos recursos de agua y alimentosen su entorno, mucho más grande que el de sus primos de la sabana. Estos paquidermos desempeñan un papel fundamental en este ecosistema árido creando nuevos caminos para otros animales y señalando la existencia de pozos de agua.
«Nuestros resultados y los registros históricos – señala Yasuko Ishida, co-autora del estudio – sugieren que la gran capacidad de aprendizaje y las migraciones de larga distancia que exhiben estos elefantes, les han permitido cambiar su hábitat y sobrevivir en condiciones extremas”.
«En cualquier caso, estos elefantes deben ser conservados – concluye Roca –. Su conocimiento de cómo vivir en el desierto es crucial para la supervivencia de las futuras generaciones.También están sometidos a otra amenaza, ya que se cree que los elefantes del desierto son más grande, lo que puede convertirlos en objeto de deseo de cazadores. Los animales que viven en estos ambientes marginales son muy vulnerables y su número no se recuperan muy rápidamente.”

Juan Scaliter