NATURALEZA

Los animales más peligrosos

 

El boxeador del mar

Camarón pavo mantis
(Odontofatylus scyllarus)

Aunque su tamaño es pequeño (no mide más de 18 centímetros), si te da un puñetazo lo hará a modo de garrote, con la aceleración de una bala del calibre 22. Y clavándote después una púa rudimentaria que porta en sus patas. Aunque también hay una versión de esta especie, la perforadora, capaz de agujerear la piel del enemigo hasta reducirlo.
A pesar de su nombre, no es ni una mantis, ni un pavo, ni un camarón, sino un crustáceo depredador y solitario. Se encuentra en aguas tropicales y subtropicales, y más de la mitad de sus ejemplares habitan en el Pacífico. Pertenece a la familia de los estomatópodos, y lo que más llama la atención de su aspecto es su colorido: oliva aterciopelado, rojo y brillante turquesa para su tronco, un par de piernas rojas y unos extraños ojos rosa.

Pájaro venenoso

Pitouí con capucha
(Pitohoui dichrous)

Las plumas y la piel de este pájaro cantor de Nueva Guinea están impregnadas de una neurotoxina llamada homobatracotoxina, que causa un dolor intenso a quien las toque. Parece que adquiere el veneno al ingerir un escarabajo que lo contiene.

Muerte lenta

Caracol cono geográfico
(Conus Geographus)

Algo que había en el fondo del mar te ha picado y no puedes moverte. Nueve horas más tarde, sigues sin movilidad. Y eso, si tienes suerte. Porque es un caracol, pero no uno cualquiera, sino una de las especies más venenosas y peligrosas del mundo. Este animalito está provisto de un cóctel de las neurotoxinas más potentes, que primero paralizan y luego matan, que sepamos, a 30 personas en la historia reciente. No existe antídoto, y si te ataca, tienes el 30% de posibilidades de no contarlo. El primer muerto documentado data de 1932 y fue registrado en las islas Seychelles.

El arma. Una especie de trompa, más larga que el propio caracol, le sirve para inyectar el veneno en los incautos peces después de paralizarlos con un líquido que diluye en el agua.

Chupasangre seductora

La araña vampiro
(evarcha 
culicivora)

Esta pequeña araña saltarina que habita en Kenia es conocida como la araña vampiro. ¿La razón? Una seria adicción a la sangre, que utiliza tanto como alimento como para mejorar su vida sexual, ya que parece que, cuanta más engulle, mayor es su atractivo frente al sexo opuesto. Para conseguir su más preciado manjar, este arácnido de cinco milímetros de largo, en vez de morderte en el cuello, engulle mosquitos hembra, ya que son las portadoras de la sangre la de los mamíferos, a las que detecta por el olor. Y todavía hay más. Resulta que otro olor al que acuden estas arañas como las abejas al panal es al olor de pies. Pues como todos, ellas también saben que cerca de un ser humano sudoroso hay mosquitos al acecho.

Especie desconocida. La Evarcha culicivora fue descubierta en 2003 por el biólogo Robert Jackson, de la Universidad Canterbury en Nueva Zelanda.

Olor a muerte

Zarigüeya de Virginia
(Didelphis virginiana)

Este pequeño marsupial que habita en Norteamérica ( donde se cree que emigró desde Sudamérica hace 15 millones de años) es conocido por su peculiar habilidad para espantar a sus depredadores. En cuanto su cerebro detecta el peligro, le produce un estado de coma inducido, denominado tanatosis. También vomita, expulsa heces, y un líquido verdoso por la orina con un hedor tan insoportable que harían salir corriendo a cualquiera que se le acercase nada de teatro. Su ritmo cardíaco, la respiración y la temperatura corporal de la zarigüeya se reducen, su cuerpo se retuerce y deja la boca entreabierta.

Rana lobezno

Rana de Camerún

(Trichobatrachus robustus)

Comparte dos cosas con un hombre lobo: que tiene pelo y que puede ser muy feroz cuando se siente amenazada. Aunque, para quienes estén pensando en dejar de utilizar lo de “cuando las ranas críen pelo”, diré que lo que a simple vista parece pelo en realidad es parte de la piel, como deshilachada, que cubre los costados de los machos de esta especie durante la época de reproducción. La razón es que contienen vasos sanguíneos que le dan un extra de oxígeno mientras copula bajo el agua. En cuanto a su ferocidad, esta reside en sus extremidades, donde los huesos se rompen para salir a través de la piel en forma de púas.

‘Ancas Americanas’. Los huesos-púa de esta rana son retráctiles.

Lágrimas 
macabras

Lagarto cornudo de tejas
(phrynosoma cornutum)

Mide hasta 13 centímetros de longitud y tiene un cuerpo corto y grueso, coronado con varias crestas. Sin embargo, su principal peculiaridad es que, cuando se siente amenazado, se crea una “autohemorragia”. La sangre que emite procede, sobre todo, de unas hormigas venenosas (Pognomurmex) que forman parte de su dieta principal.

Puntería. Lanza chorros de sangre, con gran precisión, hasta a dos metros.

La mano que mece la lengua

Isópodo 
comelenguas
(Cymothoa exigua)

Lo que sobresale en la boca de este pez es un crustáceo isópodo parasitario. La Cymothoa exigua se pega a la lengua de su “casero” con sus tres pares de patas delanteras y se engancha de tal manera que bebe de la arteria que suministra la sangre a este órgano. Un tiempo después, la lengua real de su anfitrión se atrofia y desintegra, y el crustáceo suplanta su papel de tal forma que incluso releva a ese órgano en su función impostor. Una vez atrofiada la lengua, el parásito restaura la circulación sanguínea en 
la zona.

Lindo caníbal

Ratón saltamontes del norte
 (Onychomus leucogater)

Nocturno y de cuerpo robusto, te lo puedes encontrar entre Canadá y el norte de Mexico robando en las madrigueras de los perros de las praderas y las ratas canguro. Aúlla como un lobo y muerde como un tigre, y casi el 90% de su dieta es a base de carne animal. Sobre todo, tarántulas, escorpiones (a cuya picadura es inmune) y otros roedores. 
Pero es uno de los roedores carnívoros más importantes del mundo, y si te cruzas con él huye antes de que te hinque el diente.

A la luz de la luna. Este roedor aúlla de noche, como los lobos.

Devorador 
de cerebros

Carbonero común
(Parus mayor)

Con la misma apariencia inofensiva del carbonero común, su versión zombi picotea el cerebro de otros animales hasta matarlos. Esta práctica del carbonero ha sido documentada por un equipo del Instituto de Ornitología del Max Planck alemán liderado por Peter Estok y Björn Siemers. Dichos investigadores publicaron en 2010 un artículo sobre este comportamiento en la revista Biology Letters, que achacan a la búsqueda de otros alimentos ricos en grasa para obtener las calorías necesarias para su dieta, en época de escasez de los de origen vegetal. Y los cerebros son, sobre todo, ricos en grasa. También, en febrero de este año, un diario finlandés publicó imágenes de un grupo de pardillos sizerines, unos pajarillos pequeños que habitan en la zona, descerebrados tras el ataque de un carbonero “zombie”.

Atacado por la espalda. Un murciélago víctima del ataque de un carbonero común mientras hibernaba.

Lecter marino

Mixino
(myxine glutinosa)

Es una babosa marina que lleva viviendo en las profundidades marinas unos 300 millones de años y, a pesar de no pesar más de 150 gramos, es capaz de generar 20 litros de saliva gracias a las glándulas salivales que recubren todo su cuerpo. Y si esto fuera poco inquietante, resulta que se alimenta de otros vertebrados que captura clavándoles su lengua dentada y perforándoles el cuerpo,  para devorar después su carne y vísceras. 

Para saber más:

Redacción QUO

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