La lepra, antiguo azote de los humanos, ha llegado a los chimpancés salvajes
La impactante foto de Woodstock, un chimpancé salvaje de Parque Nacional de Cantanhez de Guinea-Bissau, se tomó con una de las cámaras trampas instaladas.
Durante la campaña del Tai Chimpanzee Project de 2017 se obtuvieron fotografías de varios chimpancés salvajes con lesiones como las de Woodstock en el rostro.
El Parque Nacional de los Bosques de Cantanhez es un espacio protegido creado por el gobierno del país africano de Guinea-Bisáu, al sur, cerca de la frontera con Guinea. Es el último fragmento de bosque primario que queda en Guinea-Bisáu y el último refugio para los grandes simios.
La científica experta en conservación del parque, Kimberley Hockings, supo cuando vio esas fotos que nunca antes había ocurrido esto en los chimpancés. Meses más tarde observaron casos similares en chimpancés de Costa de Marfil, a cientos de kilómetros de distancia.
Tras las fotos, hicieron pruebas de diagnóstico con muestras de heces, y han encontrado que padecen una enfermedad nunca antes documentada en los chimpancés salvajes, lepra.
Las cepas en cada parque parecen no estar relacionadas, y es improbable que provengan del contacto con humanos. El hallazgo podría indicar una fuente desconocida de lepra en el medio silvestre y revelar nuevos indicios sobre una enfermedad todavía misteriosa.
La lepra es una antigua dolencia, pero sorprendentemente se sabe muy poco sobre dónde y cuándo surgió, o cómo se propaga exactamente. La enfermedad -y el terrible estigma que conlleva- azotó a los humanos durante siglos, hasta que se descubrió una combinación de antibióticos que la erradica, en la década de 1980.
También ha encontrado el patógeno de la lepra circulando en armadillos, y en ardillas rojas en el Reino Unido
Durante años, los investigadores pensaron que la lepra sólo afectaba a los humanos. Pero en las últimas dos décadas, han encontrado el patógeno circulando en armadillos y en ardillas rojas en el Reino Unido.
Ambas especies albergan el mismo genotipo bacteriano, llamado 3I, que se ha relacionado con las infecciones humanas en la Europa medieval.
En ambos casos, el patógeno parece haber saltado de los humanos a los animales. Los científicos también han informado de casos aislados de lepra en animales cautivos, incluidos los chimpancés en zoológicos.
Pero la historia en los chimpancés salvajes es diferente. Cuando el chimpancé Woodstock en el Parque Nacional de Taï en Costa de Marfil empezó a mostrar signos de lepra, Leendertz decidió examinar las muestras fecales y de necropsia más antiguas de su biblioteca para detectar la enfermedad. Encontró rastros de M. leprae en otro chimpancé que había sido asesinado por un leopardo en 2009. Cuando los investigadores secuenciaron el genoma del patógeno, encontraron que era de un genotipo raro llamado 2F.
En Guinea-Bissau, los investigadores que recogieron muestras fecales también tuvieron suerte: una muestra contenía suficiente bacteria para secuenciar su genoma completo, que era otro genotipo raro llamado 4N/O.
Las enfermedades humanas pueden contagiar a los chimpancés con consecuencias devastadoras. Pero Leendertz piensa que es poco probable que se haya producido una transmisión reciente de lepra de los humanos a los chimpancés. La enfermedad suele propagarse sólo después de un contacto prolongado y cercano, y no se han conocido casos de lepra entre los investigadores o los asistentes locales. (Aunque los investigadores estudian a los chimpancés, mantienen al menos 6 metros de distancia).
Así que el escenario más probable es que haya algún reservorio de lepra no identificado que puede ser fatal para los chimpancés salvajes.