Con un extra de testosterona, las ranas intimidan mucho más a sus rivales
Algunas ranas intimidan a sus rivales machos con un movimiento de patas que ha ido evolucionando. En un experimento de laboratorio han comprobado que con más testosterona, el efecto intimidatorio aumenta.
La rana de roca macho de Borneo no puede gritar muy alto. Sin embargo, sabe muy bien cómo amenazar a otras ranas. Su táctica consiste en levantar una pata y, completamente extendida, la arrastra por el suelo.
Para los seres humanos, esta exhibición puede parecernos graciosa, pero tiene un efecto importante y con mucho significado en el entorno de los anfibios.
Estímulo antigusanos
Si una rana ve un objeto que se mueve en paralelo, como un gusano que va por el suelo, está viendo su cena. En cambio, si ve una forma similar que se mueve perpendicularmente, muy diferente a un gusano, piensa que es una amenaza de la que tiene que huir porque les provoca miedo. Los científicos llaman a este último movimiento el estímulo antigusanos.
Las ranas desarrollaron este sistema visual para cazar gusanos y mantenerse a salvo de depredadores más grandes. Ahora, los investigadores sugieren que algunas ranas macho han evolucionado para aprovechar los miedos de sus ancestros. Hacen el movimiento de la pata para asustar a la competencia.
Los investigadores creen que podrían amplificar el comportamiento del aleteo en las ranas de roca de Borneo con una dosis de testosterona, según un artículo reciente publicado en Proceedings of the Royal Society B.
El estudio indica que la hormona actúa sobre los músculos de sus patas para exagerar el gesto, lo que significa que cuanta más testosterona tiene la rana, más grande será su exhibición. Esta demostración, intensificada por la hormona sexual, sugiere que las ranas desarrollaron una forma de explotar la percepción visual de sus competidores para parecer más peligrosas.
Impacto visual para los machos de su especie
Las ranas de roca de Borneo son una de las muchas especies de ranas que mueven sus patas para comunicarse. En la naturaleza, las ranas de roca machos de Borneo se congregan junto a cascadas y arroyos de flujo rápido, que son muy ruidosos. De modo que desarrollaron la señal visual de este movimiento.
Tienen membranas blancas entre los dedos de los pies, lo que hace que sus patas sean aún más visibles entre las rocas oscuras. Parece que solo tiene impacto entre las ranas macho porque cuando una hembra se acerca al arroyo, muestra poca preferencia y se aparea con el primer macho que vea.
El autor del estudio, Matthew Fuxjager, había investigado previamente cómo una dosis de testosterona en las ranas aumentaba la frecuencia en el movimiento de sus patas. Pero él y Nigel Anderson, un estudiante de posgrado de su laboratorio y también autor de este artículo, quisieron analizar más a fondo.
Fuxjager y Anderson analizaron los resultados de las ranas del zoológico de Viena, algunas inyectadas con testosterona y otras con placebo de solución salina.
Pasaron días sin hacer ningún gesto. Hasta que una rana diminuta movió una de sus patas. Los investigadores rastrearon el dedo gordo del pie de cada rana. Las que tenían dosis de testosterona estiraban sus patas 10 milímetros más que las otras ranas. Cuanto más vertical es la apertura del pie, más amenazante es el gesto para los competidores.
Los científicos indicaron que la influencia de la hormona sexual en este gesto quiere decir que las ranas lo desarrollaron porque tiene un fuerte impacto visual en su competidor masculino.
Las excentricidades de las ranas de roca y la dificultad de grabarlas complican estudiarlas más a fondo. Las que están dosificadas solo se sienten cómodas mientras están rodeadas por un grupo de otras ranas. Además, son todas diminutas y muy complicadas de distinguir entre sí.
REFERENCIA