La planta más grande es la pradera de posidonia australiana, que se extiende a lo largo de 180 kilómetros y podría tener 4.500 años de edad
“La investigación empezó porque a menudo nos preguntábamos cuántas plantas crecen en la pradera marina de la bahía de Shark Bay”, asegura Elisabeth Sinclair, bióloga evolucionista de la Facultad de Ciencias Biológicas y el Instituto de Océanos de la Universidad de Australia Occidental (UWA por sus siglas en inglés).
El equipo formado por la UWA y la Universidad de Flinders muestreó los brotes de la pradera de distintas zonas de Shark Bay, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1991, y desarrolló como una huella dactilar con 18. 000 marcadores genéticos. “La respuesta nos impactó: solo había una planta”, explica Jane Edgeloe, autora principal del estudio publicado en Proceedeings of the Royal Society.
“Se trata de una pradera Posidonia australis que se extiende sobre 180 kilómetros en Shark Bay, al oeste de Australia. De momento, es la planta más grande de la Tierra”, afirma Edgeloe. Además, es un clon poliploide, es decir, sus células tienen más de dos conjuntos de cromosomas en su ADN. Los seres humanos tenemos solo dos, por eso nuestras células son diploides. Sin embargo, esta posidonia tiene más cromosomas que nosotros. En el muestreo de las 10 zonas, solo había una pradera diploide en Guischanault Point.
La posidonia se adapta a los ambientes extremos
“Las plantas poliploides suelen habitar en lugares con condiciones extremas medioambientales, frecuentemente son estériles, no desarrollan flores ni frutos, pero continúan creciendo”, apunta Sinclair. Y añade: “Parecen ser más resilientes a las altas temperaturas y se adaptan a las salinidades en altas condiciones de claridad; esto puede ser muy estresante para otras plantas”.
Esta investigación sugiere que el tener cromosomas extra hay permitido clonar la posidonia australiana como estrategia evolutiva, acceder a nuevos hábitats y competir con los progenitores diploides. En este caso, se ha expandido en una zona de 180 kilómetros de ancho.
Este ejemplar de posidonia es mayor que el clon diploide Posidonia oceánica descubierto en el Mediterráneo, al sur de Ibiza, que mide 15 kilómetros y puede estar ahí desde hace 100.000 años. Si no sufren alteraciones, los clones individuales puede persistir, ya que dependen de la extensión de los tallos que crecen debajo del suelo y horizontalmente, conocidos como rizomas.
Se estima que la posidonia australiana tiene casi 4. 500 años. “Es bastante desconcertante cómo ha sobrevivido y crecido durante tanto tiempo, porque esta posidonia puede ser estéril. Las plantas que no han tenido sexo tienden a disminuir la diversidad genética, pero se adaptan de esta forma cuando se produce un cambio medioambiental”, añade Martin Breed, coautor del estudio e investigador de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Flinders.
Al mismo tiempo, los investigadores han observado que el tamaño del genoma de los poliploides es menor que el de los diploides. Esto puede tener dos posibles explicaciones. Por un lado, se debe a una pérdida de genes duplicados. Por otro, el genoma del cruce de genes ocurrido en cada progenitor es más pequeño. El grupo investigador propone que la poliploidía sea el resultado de la hibridación entre Posidonia australis y otra especie, como Posidonia coriacea o Posidonia angustifolia que se encuentran en Shark Bay.
En el mundo, hay otras especies de praderas marinas. Los registros globales se centran en cuatro familias: la Posidonia oceanica en el oeste del Mediterráneo, la planta Zostera marina en el mar Báltico, la Thalassia testudinum en el Caribe y la Posidonia de Australia. La principal diferencia entre estos grupos y la australiana es que no muestran poliploidía ni habitan en ambientes extremos.
La posidonia del Mediterráneo, en peligro
Las praderas submarinas habitan en menos del 0,2% de los mares; sin embargo, son capaces de retener el 10% del carbono anual almacenado en los océanos. Los mayores depósitos de este elemento son las praderas de Posidonia que se encuentran en Australia y el mar Mediterráneo.
Estas plantas son susceptibles a la temperatura y su mortalidad aumenta a los 28 °C. La previsión es que se alcanzará esta temperatura en 2050. Si se superan estos grados y aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero, se pronostica que gran parte de la Posidonia oceanica se perderá a finales del siglo XXI.
Debido al cambio climático, algunas praderas están en peligro, como las de Ibiza. En 2017, nació la iniciativa Save Posidonia Project del Consell Insular de Fomentera para concienciar sobre la importancia de la posidonia en esta isla balear, promocionar un turismo sostenible y recaudar fondos para conservar la Posidonia oceanica.
En la Comunitat Valenciana, el Instituto de Ecología Litoral (IEL) lleva a cabo el proyecto GESTARR para estudiar el papel de la Posidonia oceanica en la adaptación de las costas al cambio climático, y se centra en dos municipios de la provincia de Alicante: Santa Pola y El Campello.
REFERENCIA