El pastoreo ha existido desde el comienzo de la agricultura; los nómadas domesticaron ovejas y cabras antes de que se construyeran los primeros asentamientos humanos. Un nuevo estudio ha evaluado cómo afecta el pastoreo en 326 ecosistemas áridos ubicados en 25 países de seis continentes, y no siempre es una buena idea. 

El estudio publicado en Science y liderado por investigadores del Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global de la Universidad de Alicante (UA) presenta la primera evaluación de los impactos ecológicos del pastoreo en las zonas áridas del planeta. Los resultados indican que el pastoreo tiene efectos positivos en la provisión de servicios ecosistémicos en los pastizales más diversos y fríos, pero se vuelven negativos en los más cálidos y menos diversos.

El pastoreo es una actividad humana fundamental que sostiene a cientos de millones de personas y está íntimamente ligada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Esta actividad es particularmente importante en las zonas áridas, que cubren más del 40% de la superficie de la Tierra, y son el hogar tanto de uno de cada tres personas que la habitan como de la mitad de todo el ganado que existe en el planeta.

Pese a la importancia del pastoreo para las personas y los ecosistemas, hasta la fecha ningún estudio ha caracterizado sus impactos en la provisión de servicios ecosistémicos a escala global utilizando datos in situ. Para lograrlo, científicos de la UA, dirigidos por el investigador distinguido Fernando T. Maestre, han sumado fuerzas con un equipo internacional de más de un centenar de colaboradores para estudiar 326 ecosistemas áridos ubicados en 25 países de seis continentes.

Impacto en la fertilidad del suelo, la regulación del clima o la producción de forraje y madera

“Usando protocolos estandarizados hemos evaluado cómo el aumento de la presión de pastoreo afecta a la capacidad de los pastizales áridos de suministrar servicios ecosistémicos fundamentales para las personas, como el mantenimiento de la fertilidad del suelo, la regulación del clima o la producción de forraje y madera. Esto ha permitido caracterizar cómo los impactos de dicho aumento dependen del clima, el suelo y la biodiversidad local y obtener información adicional sobre el papel de la biodiversidad en la provisión de estos servicios”, explica el profesor Maestre, que dirige el Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global de la Universidad de Alicante.

Los investigadores han comprobado que las relaciones entre el clima, las condiciones del suelo, la biodiversidad y los servicios ecosistémicos medidos varían según la presión de pastoreo. “Las reservas de carbono en el suelo disminuyeron y la erosión del suelo aumentó a medida que el clima se volvió más cálido bajo una alta presión de pastoreo, algo que no se observó cuando disminuyó la presión de pastoreo. Estos resultados sugieren que la respuesta de las zonas áridas al cambio climático en curso puede depender de cómo las gestionemos localmente”, indica el investigador Nicolas Gross, del Instituto Nacional de Investigación para la Agricultura, la Alimentación y el Medio Ambiente (INRAe, Francia) y coautor del estudio.

Los impactos del aumento de la presión del pastoreo pasaron de ser mayormente positivos en las zonas más frías con una mayor riqueza de especies de plantas, a negativos en los lugares más cálidos con una menor diversidad de plantas y una mayor estacionalidad de las precipitaciones. “No existe una única respuesta al pastoreo en las zonas áridas. Cualquier efecto del pastoreo, particularmente el sobrepastoreo, variará en todo el mundo por lo que es importante tener en cuenta las condiciones locales a la hora de manejar el ganado doméstico y los herbívoros salvajes”, apunta David Eldridge desde la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y coautor del estudio.

Los autores también han observado que la diversidad de plantas vasculares y herbívoros se relaciona positivamente con la provisión de servicios ecosistémicos como el almacenamiento de carbono, que juega un papel fundamental en la regulación del clima. “Nuestros resultados destacan claramente la importancia de preservar la biodiversidad de las zonas áridas del mundo en su totalidad, no solo para conservar su capacidad de brindar servicios esenciales para las personas, sino también para mitigar el cambio climático”, señala Yoann Pinguet, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS, Francia) y coautor del estudio.

Los hallazgos de este estudio son de gran relevancia para lograr una gestión más sostenible del pastoreo, así como para establecer acciones efectivas de gestión y restauración destinadas a mitigar los efectos del cambio climático y la desertificación en las zonas áridas de nuestro planeta.

Proyecto BIODESERT

Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto BIODESERT, otorgado por el programa Consolidator Grant del Consejo Europeo de Investigación (ERC) a Fernando T. Maestre. “Estoy muy agradecido al ERC por apoyar este muestreo global, ya que es un proyecto de alto riesgo que no habría sido posible sin la generosa financiación y la libertad que conlleva esta subvención. Y, por supuesto, no hubiera sido posible sin nuestra red de colaboradores internacionales, quienes brindaron su experiencia, recursos y trabajo para inspeccionar sitios en sus respectivos lugares de estudio. Este trabajo es también un buen ejemplo del poder que tienen las redes de investigación globales y colaborativas para realizar investigaciones en la frontera del conocimiento”,  destaca Maestre.