Un nuevo estudio publicado esta semana en Science cuestiona la idea de que sólo los humanos son capaces de formar relaciones de cooperación y compartir recursos entre grupos no familiares
Muchos animales cooperan, como las manadas de lobos o las escuelas de delfines, pero hasta ahora los científicos pensaban que los humanos eran los únicos capaces de cooperar y compartir recursos con grupos con los que no tienen una relación familiar.
Investigadores de la Universidad de Harvard y del Centro Alemán de Primates examinaron el comportamiento prosocial de los bonobos (Pan paniscus), uno de los parientes vivos más cercanos de la humanidad, y descubrieron que su cooperación se extiende más allá del propio grupo para cooperar socialmente con grupos diferentes.
Estudiar a los dos parientes vivos más cercanos de los humanos, los chimpancés y los bonobos, puede ayudar a reconstruir rasgos ancestrales de los humanos como la cooperación y el conflicto. A pesar de vivir en grupos sociales similares compuestos por varios miembros adultos de ambos sexos, las dos especies son fundamentalmente diferentes en su forma de interactuar entre grupos sociales. Entre los chimpancés, nuestros parientes más estudiados, las relaciones entre distintos grupos son predominantemente hostiles, y la agresión letal no es infrecuente. Por ello, los modelos de la evolución humana suelen suponer que la hostilidad y la violencia de grupo son innatas a la naturaleza humana.
Nuestros parientes más sociales
El estudio de los bonobos revela otra historia. Los bonobos, en peligro de extinción, son notoriamente difíciles de estudiar en su hábitat natural, ya que sólo viven en zonas remotas y en gran parte inaccesibles de la República Democrática del Congo. El profesor de Harvard Martin Surbeck y autor principal del estudio, que estableció y dirige la investigación en la Reserva de Bonobos de Kokolopori, señala: «Gracias a la estrecha colaboración y el apoyo de la población local mongandú de Kokolopori, en cuya selva ancestral deambulan los bonobos, es posible estudiar esta fascinante especie».
Surbeck prosiguió: «Los lugares de investigación como Kokolopori contribuyen sustancialmente no sólo a nuestra comprensión de la biología de la especie y su historia evolutiva, sino que también desempeñan un papel vital en la conservación de esta especie en peligro de extinción.»
Cuando diferentes grupos de bonobos se reúnen, suelen viajar, descansar y alimentarse juntos. A diferencia de los chimpancés, los investigadores no han observado disputas entre bonobos que desemboquen en agresiones letales. «Rastreando y observando múltiples grupos de bonobos en Kokolopori, nos sorprenden los notables niveles de tolerancia entre los miembros de diferentes grupos. Esta tolerancia allana el camino a comportamientos de cooperación prosocial, como la formación de alianzas y el reparto de alimentos entre grupos, un marcado contraste con lo que vemos en los chimpancés», afirma el Dr. Liran Samuni, jefe de grupo de Emmy Noether en el Centro Alemán de Primates de Gotinga y autor principal de este estudio.
El estudio constata que los bonobos no interactúan al azar entre grupos. En cambio, la cooperación se produce entre unos pocos elegidos. «Interactúan preferentemente con miembros concretos de otros grupos que tienen más probabilidades de devolver el favor, lo que da lugar a fuertes vínculos entre individuos prosociales», afirma Surbeck. «Tales conexiones son también aspectos clave de la cooperación que se observa en las sociedades humanas».
«Los bonobos nos demuestran que la capacidad de mantener relaciones pacíficas entre grupos al tiempo que se extienden actos de prosocialidad y cooperación a miembros de grupos externos no es exclusivamente humana», afirma Surbeck.
Samuni añade: «La posibilidad de estudiar cómo surge la cooperación en una especie tan estrechamente emparentada con los humanos desafía la teoría existente, o al menos aporta ideas sobre las condiciones que promueven la cooperación entre grupos frente al conflicto.»
Las culturas, tradiciones y normas sociales humanas permiten la cooperación entre nuestras sociedades. La importancia de esta cooperación entre distintos grupos humanos es indiscutible. Conduce al intercambio de ideas, la difusión de innovaciones y la acumulación de conocimientos en el espacio y el tiempo. Las redes humanas fomentan el intercambio de recursos, lo que se traduce en el comercio de materiales y bienes que pueden compensar las carencias. Los bonobos también comparten recursos entre grupos, y lo hacen sin una fuerte influencia cultural.
Los autores del estudio destacan las similitudes entre la cooperación social de los bonobos y la de los humanos.
Según los autores, las conclusiones de los bonobos deberían cuestionar la idea de que la cultura y las normas sociales son componentes necesarios para que surja la cooperación entre grupos. Los bonobos demuestran que la guerra constante entre grupos vecinos no es necesariamente un legado humano y no parece inevitable desde el punto de vista evolutivo, afirman los autores.
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