Un nuevo estudio comprueba que, en efecto, tendemos a escuchar a las personas que nos dicen cosas que nos gustaría creer y a ignorar a las que nos dicen cosas que preferiríamos que no fueran ciertas
«Te toca sacar la basura, es la tercera vez que te lo digo». «¿Cómo? No me has dicho nada hasta ahora». Si te resulta familiar esta conversación, es porque se trata de un patrón cognitivo en el que todos caemos: no prestamos atención a las cosas que no nos gustan.
Un nuevo artículo publicado en el Journal of the European Economic Association indica que tendemos a escuchar a las personas que nos dicen cosas que nos gustaría creer y a ignorar a las que nos dicen cosas que preferiríamos que no fueran ciertas. En consecuencia, las personas con ideas afines tienden a hacerse más parciales cuando intercambian creencias entre sí.
Aunque sería razonable pensar que las personas toman decisiones basándose únicamente en las pruebas y la experiencia, investigaciones anteriores han demostrado que a la hora de tomar decisiones tenemos «creencias motivadas». Es decir, creemos cosas en parte porque nos gustaría que fueran ciertas.
Las creencias motivadas pueden generar graves sesgos. Se cree que son las creencias motivadas las que explican la proliferación de noticias falsas en Internet. Estas creencias también pueden explicar el comportamiento de los mercados de valores. Hay una gran cantidad de información objetiva disponible sobre los mercados financieros, pero la toma de decisiones en grupo y el estímulo (por ejemplo, en el caso de las acciones de GameStop en el invierno de 2021) pueden dar lugar a burbujas e inestabilidad financiera.
Los investigadores han realizado experimentos para estudiar si estos sesgos en las creencias se agravaban cuando las personas intercambiaban estas creencias entre sí. Los investigadores emparejaron a los sujetos en función de su puntuación en un test de inteligencia, de forma que ambos miembros tuvieran puntuaciones por encima de la media, o ambos tuvieran puntuaciones por debajo de la media. A continuación, los sujetos intercambiaron creencias sobre una proposición que ambos querían creer que era cierta: que estaban en el grupo de alto coeficiente intelectual.
El experimento reveló que las personas que son pesimistas en cuanto a su pertenencia al grupo de alto coeficiente intelectual tienden a ser significativamente más optimistas cuando se emparejan con una persona más optimista. Sin embargo, no es probable que una persona optimista cambie sus creencias si se empareja con un homólogo más pesimista.
Este efecto es particularmente fuerte para las personas que se encuentran en el grupo de bajo coeficiente intelectual, donde produce sesgos particularmente severos. En general, los resultados sugieren que la amplificación del sesgo se produce porque las personas atribuyen (selectivamente) un mayor valor informativo a las señales sociales que refuerzan su motivación preexistente para creer.
Sin embargo, a mitad del experimento, los investigadores dieron a los sujetos una información imparcial sobre el grupo de coeficiente intelectual al que pertenecían. Esto fue muy eficaz para eliminar los sesgos causados por el intercambio inicial de creencias. Los resultados sugieren, por tanto, que proporcionar fuentes de información imparciales y fiables puede reducir las creencias motivadas en entornos como las cámaras de eco en redes sociales y los mercados financieros.
«Este experimento corrobora muchas de las sospechas populares sobre por qué las creencias sesgadas podrían estar empeorando en la era de Internet», dijo Ryan Oprea, uno de los autores del trabajo. «Ahora obtenemos mucha información de las redes sociales y no sabemos mucho sobre la calidad de la información que obtenemos. En consecuencia, a menudo nos vemos obligados a decidir por nosotros mismos la exactitud de las distintas opiniones y fuentes de información y el grado de confianza que les damos. Nuestros resultados sugieren que la gente resuelve este dilema asignando credibilidad a las fuentes que nos dicen lo que nos gustaría oír y esto puede hacer que los sesgos debidos al razonamiento motivado sean mucho peores con el tiempo».
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