La consciencia puede aplicarse a los sentidos o a los sentimientos, es sentir amor, frío, saborear tu plato favorito o sufrir la pérdida de un ser querido
Sergio Escamilla Ruiz, Instituto de Neurociencias de Alicante (UMH-CSIC)
La consciencia es cualquier posible experiencia. Es sentir amor, frío, saborear tu plato favorito o sufrir la pérdida de un ser querido. La palabra sentir puede vincularse a los sentidos o a los sentimientos. Sin embargo, cuando hacemos referencia a la consciencia, la experiencia subjetiva o experiencia consciente se produce cuando sentimos cualquier cosa, independientemente de su naturaleza. Si alguien ha estado bajo los efectos de la anestesia general sabe lo que es la ausencia total de consciencia. Mediante el uso de estos anestésicos se pierde la consciencia, así como en la fase profunda del sueño no REM o cuando nos desmayamos por un golpe en la cabeza.
Cuando hablamos sobre la consciencia podemos hacer una distinción conceptual entre los estados de consciencia y el contenido de la consciencia. El estado de la consciencia con el que estamos más familiarizados es la vigilia, en el que experimentamos el mundo. Mientras que en el sueño no REM, otro estado de la consciencia, no experimentamos nada. No obstante, cuando pasamos a la fase REM del sueño, entramos en un nuevo estado de la consciencia donde tenemos experiencias en forma de ensueños. Otros estados de la consciencia son el coma, donde se cree que no hay consciencia, el estado vegetativo persistente (EVP), donde algunos pacientes son conscientes y otros no, o el síndrome lock-in o pseudocoma, donde los pacientes están completamente paralizados, pero totalmente conscientes.
Qualia, el contenido de nuestras experiencias
El contenido de la consciencia es lo que los filósofos denominan qualia. El olor de una rosa, el miedo y el placer sexual son experiencias muy diferentes, es decir, difieren en su contenido. La experiencia subjetiva o consciencia no se produce en el hígado, el riñón o el corazón, sino en el cerebro. Sin embargo, no todas las neuronas que constituyen el cerebro contribuyen a la consciencia. Por ejemplo, si se extirpa el cerebelo, que contiene 69.000 millones de las 86.000 millones de neuronas del cerebro, seguimos siendo conscientes. De esto se deduce que no todas las partes del cerebro contribuyen de igual manera a la consciencia.
Las lesiones en algunas estructuras que aparecieron evolutivamente muy temprano se acompañan de alteraciones en el estado de la consciencia. Por ejemplo, lesiones en algunas zonas del tronco encefálico (en la zona de la nuca) producen coma o EVP. Por ello se cree que estructuras como el tronco encefálico generan las condiciones necesarias para que pueda existir la consciencia. Es decir, son responsables de los estados de la consciencia.
Por otro lado, el contenido de la consciencia se produce principalmente en la estructura evolutivamente más tardía, que es exclusiva de los mamíferos y que está muy desarrollada en cetáceos, en primates y en los humanos en particular: la neocorteza.
Si se estimula una parte muy concreta de la neocorteza, los pacientes reportan algún tipo específico de experiencia consciente. Por ejemplo, tras la estimulación de una parte de la corteza somatosensorial, los pacientes sienten que algo les toca una zona del brazo. También se logran experiencias más complejas, como la evocación de recuerdos específicos o la necesidad imperiosa de mover una extremidad.
Por otro lado, lesiones en regiones concretas de la neocorteza causan la pérdida de un tipo específico de experiencia consciente. A saber, lesiones en regiones específicas pueden causar prosopagnosia (la incapacidad de reconocer caras), acromatopsia (ceguera al color) o acinetopsia (ceguera al movimiento). En estos casos el cerebro procesa la información sensorial correctamente, igual que lo haría en personas sin esa condición. De hecho, en estos pacientes el procesamiento de la información sensorial afecta al comportamiento y a su toma de decisiones. No obstante, ese procesamiento de información es totalmente inconsciente. De esta manera sabemos que hay algunos grupos de neuronas encargados específicamente de generar la experiencia consciente.
¿Qué animales son conscientes?
Los estados de la consciencia estarían producidos por estructuras cerebrales evolutivamente tempranas, como el tronco encefálico, mientras que el contenido consciente estaría producido por el neocórtex, exclusivo de mamíferos, en asociación con otras estructuras como el tálamo. Entonces, ¿son todos los animales conscientes?
Para contestar a esta pregunta sin malinterpretaciones hay que especificar la diferencia entre consciencia y autoconsciencia. La autoconsciencia es un tipo de experiencia consciente o subjetiva que consiste en la introspección, en sentir que yo existo como un agente separado del medio que me rodea. La autoconsciencia es un tipo complejo y particular de experiencia consciente, que está especialmente desarrollado en los humanos y que probablemente sólo un puñado de especies animales poseen, como algunos delfines, cetáceos y primates.
El niño pequeño que hace una trastada y no sabe por qué lo ha hecho no ha desarrollado aún la capacidad introspectiva o autoconsciencia
No obstante, ni siquiera en los humanos la autoconsciencia es constante. De hecho, se cree que las conexiones neuronales responsables de la autoconsciencia empiezan a madurar hacia los 18 años y terminan hacia la tercera década de vida. Cuando un niño pequeño hace alguna trastada y enfadados le preguntamos por qué lo ha hecho, no nos debería sorprender la respuesta “no lo sé”, ya que la capacidad introspectiva o autoconsciencia no está desarrollada. Asimismo, aun siendo adultos, cuando estamos concentrados en alguna tarea o embebidos en una película o un libro no somos autoconscientes.
Es muy común confundir los términos consciencia y autoconsciencia, de ahí la malinterpretación cuando lo extrapolamos a animales. Mediante técnicas como la rivalidad binocular (presentar imágenes diferentes a cada ojo) se puede entrenar a algunos animales para que comunique a los investigadores cuándo es consciente de un estímulo y cuándo no lo es. Por tanto, está demostrado que algunos animales, como los macacos, son conscientes. Si estos lo son, no hay ningún motivo para no otorgar la capacidad de experimentar el mundo al resto de mamíferos, ya que el cerebro que comparten es muy similar. Aunque con toda seguridad, tanto a nivel cuantitativo como cualitativo, la experiencia consciente será muy heterogénea entre mamíferos.
El problema viene cuando aplicamos la misma intuición a otros seres, como los pulpos, las abejas o las urracas. El sistema nervioso de estos seres es diferente del de los mamíferos, lo que dificulta su comparación. No obstante, son sistemas nerviosos complejos acompañados de comportamientos calificables de inteligentes. Esta y otras preguntas denotan la necesidad de una teoría de la consciencia que pueda explicar su naturaleza y que pueda predecir qué sistema físico ─ya sea nuestro cerebelo, el cerebro de una iguana o un ordenador─ experimenta el mundo que le rodea.
Artículo publicado por CienciaRed
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