Según dos estudios recientes, la música puede mejorar nuestra capacidad para aprender nueva información y alterar positivamente los recuerdos existentes

Los resultados de estos estudios podrían servir de base para intervenciones musicales en enfermedades como el TEPT (tastorno de estrés postraumático), la depresión y la demencia.

La música forma parte de la experiencia humana desde hace siglos e influye en nuestras emociones y recuerdos. A menudo asociamos cierta música con un acontecimiento o momento significativo. Pensemos en la música que se utiliza en las películas, en una boda o para ayudarnos a superar una ruptura sentimental. También utilizamos la música como acompañamiento en tareas importantes como trabajar, conducir o estudiar.

Dos estudios publicados recientemente, dirigidos por Yiren Ren, estudiante de doctorado de la Facultad de Psicología de Georgia Tech, exploran los conceptos de la música como ayuda al aprendizaje y su capacidad para remodelar viejos recuerdos.

«Uno de los estudios analiza cómo la música cambia la calidad de la memoria cuando se está formando por primera vez – se trata de aprendizaje», dijo Thackery Brown, un neurocientífico cognitivo que dirige el Laboratorio de Memoria, Afecto y Planificación (MAP) en Georgia Tech, es el asesor de la facultad de Ren, y fue el autor correspondiente en ambos estudios. «Pero el otro estudio se centra en recuerdos que ya tenemos y se pregunta si podemos cambiar las emociones asociadas a ellos utilizando la música»

¿Puede la música modificar los recuerdos existentes?

Partiendo de la teoría de que los recuerdos pueden actualizarse cuando se recuperan, los investigadores introdujeron música emocional durante el recuerdo para investigar si la música podía alterar el contenido emocional del recuerdo.

Cuarenta y cuatro adultos sanos (24 de los cuales eran mujeres) con una edad media de unos 20 años se sometieron a una tarea de memoria episódica de tres días con fases separadas de codificación, recuerdo y recuperación. La memoria episódica es un recuerdo consciente de una experiencia anterior junto con su contexto, incluidos el tiempo, el lugar y las emociones asociadas.

«Queríamos empezar con un grupo aleatorio de personas y ver si la música puede modular el nivel emocional de sus recuerdos», explica Ren.

El primer día, los participantes fueron expuestos a 15 historias cortas de ficción neutras y cinco emotivas, y se les pidió que se imaginaran a sí mismos en cada historia como si estuvieran experimentando el escenario descrito. A continuación, escribieron cada historia tal y como la recordaban, con el mayor detalle posible, y valoraron sus sentimientos en una escala de nueve puntos.

El objetivo era crear recuerdos similares a los que se obtienen al ver una película o leer un libro.

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Yiren Ren prepara a uno de los participantes para una resonancia magnética. Georgia Tech

El segundo día, los participantes se sometieron a una resonancia magnética funcional (RMf) mientras se mostraban 10 palabras en una pantalla en posiciones aleatorias. Cuatro de ellas eran palabras clave de las historias de los días anteriores. Las otras seis eran «señuelos» emocionales -tres positivos y tres negativos- que no habían aparecido en las historias. Los participantes tenían que leer las 10 palabras de la pantalla, determinar a qué historia hacían referencia las palabras clave, recordar esa historia y, a continuación, seleccionar todas las palabras de la pantalla que, en su opinión, encajaban mejor con su experiencia de esa historia. Mientras realizaban la tarea de selección de palabras, los participantes fueron expuestos a música positiva o negativa o al silencio.

El tercer día, los participantes realizaron dos pruebas de memoria para las 15 historias neutras. La primera medía el recuerdo, de forma similar a lo que habían hecho el primer día, cuando se les pidió que escribieran a máquina lo que recordaban de las historias. La segunda fue una tarea de reconocimiento de palabras de elección forzada. De uno en uno y en orden aleatorio, se mostraban a los participantes palabras clave y señuelos de las 15 historias y se les preguntaba si habían aparecido el primer día. Para hacerlo más difícil, los investigadores incluyeron palabras nuevas que no aparecían ni el primer día ni el segundo.

Descubrieron que la música emocional, especialmente la positiva, reproducida de fondo durante la reactivación de la memoria podía alterar el tono emocional de los recuerdos complejos. Los participantes seleccionaban señuelos negativos con menos frecuencia cuando la música de fondo era positiva, en comparación con cuando era negativa o silenciosa.

«Esto arroja luz sobre la maleabilidad de la memoria en respuesta a la música y el poderoso papel que ésta puede desempeñar en la alteración de nuestros recuerdos», afirma Ren.

Aunque no podemos alterar un mal recuerdo introduciendo una banda sonora alegre en el momento en que se está formando, los investigadores afirman que sus hallazgos sugieren que escuchar música positiva mientras se recupera ese viejo recuerdo puede remodelarlo.

«Y tal vez podamos ayudar a las personas a cambiar sus sentimientos y remodelar el tono emocional asociado a ciertos recuerdos», afirma Brown.

Utilizar la música para mejorar el aprendizaje

Siempre ha habido cierto debate sobre si escuchar música mientras se estudia ayuda o dificulta la retención de nueva información. Si ayuda, cabe preguntarse si ciertos tipos de música son mejores que otros. Éstas son las preguntas que los investigadores se propusieron responder en su segundo estudio.

«Queríamos sondear el potencial de la música como dispositivo mnemotécnico que nos ayude a recordar información más fácilmente», explica Ren.

Si has aprendido a tocar un instrumento musical y has tenido que leer música, probablemente conozcas la mnemotecnia Every Good Boy Deserves Food (todo niño bueno merece comida), las palabras asignadas a las letras E, G, B, D y F, que representan las notas asociadas a las cinco líneas de la clave de sol en inglés: mi, sol, sí, do, fa.

Los investigadores pidieron a 48 participantes (25 mujeres) de entre 18 y 24 años que aprendieran una serie de formas abstractas mientras escuchaban música con un tono, ritmo y melodía familiares o una atonal e irregular.

Escuchar música conocida y estructurada con regularidad -y, por tanto, muy predecible- permitió a los participantes aprender y recordar las secuencias de formas con mayor rapidez, mientras que la música irregular dificultó significativamente la codificación de la memoria. Atribuyen este aprendizaje y recuerdo más rápidos a la creación por parte del cerebro de un «andamiaje» o marco estructurado para la información recién adquirida.

«Dependiendo de su familiaridad y estructura, la música puede ayudar o dificultar nuestra memoria», afirma Ren. En el siguiente vídeo analiza ambos estudios.

Los investigadores consideran que sus hallazgos pueden servir de base a terapias basadas en la música para trastornos como el TEPT y la depresión, o a estrategias de rehabilitación para poblaciones de edad avanzada, en particular las que padecen demencia.

«Estos estudios están relacionados entre sí porque ambos exploran aplicaciones innovadoras de la música en la modulación de la memoria y ofrecen ideas para el uso cotidiano y clínico», afirma Ren. «Me entusiasma unir mi amor de toda la vida por la música con mi interés por la memoria humana. Porque creo que la siguiente fase de mi investigación podría aportar pruebas valiosas para apoyar el desarrollo de intervenciones basadas en la música para la salud mental y la función cognitiva.»

El estudio sobre el efecto de la música en el aprendizaje se publicó en la revista PLOS One, y el estudio sobre la capacidad de la música para remodelar viejos recuerdos se publicó en Cognitive, Affective, & Behavioral Neuroscience.

REFERENCIA

Visual sequence encoding is modulated by music schematic structure and familiarity

Affective music during episodic memory recollection modulates subsequent false emotional memory traces: an fMRI study

Fuente: Georgia Tech

Imagen principal: Dall-e