De acuerdo con el responsable del grupo de Paleoneurobiología de los Homínidos del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), Emiliano Bruner, existen dos áreas de nuestro cerebro que mantienen una estrecha relación respecto a los cambios anatómicos que experimentan: cuando una cambia, también lo hace la otra. Estas áreas son la frontal y la parietal. La primera controla, entre otras, la cognición y las capacidades psicológicas, mientras la parietal es la que nos da la visión del mundo en el que vivimos y nuestra relación con él.
“Esto es muy importante en el estudio de la evolución humana– comenta Bruner– porque analizando los fósiles hemos visto en la anatomía de las especies extinguidas del género humano, que cuando cambia una de estas dos áreas, cambia también la otra. El mismo patrón que encontramos en los fósiles, lo encontramos al analizar el cerebro de los humanos que vivimos ahora”.
La investigación también permitió evaluar las diferencias entre el cerebro del hombre y el de la mujer y obtener un resultado sorprendente: pese a la diferencia de tamaño entre el cerebro de hombres y mujeres, la forma del cerebro es la misma. “Esto es bastante raro porque en general cuando hay diferencias de tamaño en la capacidad craneal, existe también una geometría diferente – explica Bruner–. Sin embargo, el hecho de que haya correlación entre factores como el sexo y la anatomía, no significa que conociendo por ejemplo el sexo de un individuo vayamos a saber cómo va a responder a nivel psicológico o cognitivo”.
Lo interesante de este hallazgo es que esta relación no se puede aplicar a otras regiones del cerebro. Bruner realizó este trabajo con la colaboración de Manuel Martín- Loeches, de la Universidad Complutense de Madrid y de Roberto Colom, de la Universidad Autónoma de Madrid y los resultados se han publicado en el Journal of Anatomy.
Juan Scaliter