Las dietas superrestrictivas no funcionan (no hay más que ver a los que rebotan de una a otra como en el juego de la Oca). La idea de alimento prohibido también se ha desterrado en los manuales de los nuevos dietistas. Hoy, cuando una legión de expertos estudia el porqué de un 60% de obesos en el mundo, el nuevo credo promueve pequeños cambios de estilo de vida sostenidos en el tiempo, poner atención a la cantidad de glucosa que generará en nuestra sangre (su índice glucémico o IG) y, a la hora de llenar la nevera, elegir entre la abundante oferta los alimentos más sanos.
El estudio Diogenes, realizado por investigadores daneses, “corrige” las recomendaciones alimentarias de la UE y apuesta por muchas proteínas, poco IG y solo un 30% de grasas para mantener un peso sano:
Legumbres y cereal integral. Buenos, porque los carbohidratos se absorben lentamente.
La fruta. No toda, porque algunas (plátanos, uvas, piña, kiwi y melón) disparan la glucosa. Mejor tomar manzanas, peras, naranjas, arándanos y fresas.
Verduras y hortalizas: todas, excepto el maíz, y en gran cantidad. La remolacha, la zanahoria
y la chirivía, solo crudas.
Patatas y pasta. Muy poco cocidas, porque la cocción cambia su estructura química. La pasta mejor cuando ya se ha enfriado.
carne. Magras de pollo y ternera. Y mejor las alimentadas con pastos; por ejemplo, las de caza.
pescado y marisco. Preferibles los pequeños, como las sardinas, y marisco como los langostinos.
picoteo. Frutos o legumbres secas, bayas o manzanas.
Redacción QUO
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