Según informa BBC Mundo, un equipo de científicos británicos de la Universidad de Leicester dirigidos por el inmunólogo alemán Wilhelm Schwaeble, han desarrollado una inyección que, de ser suministrada antes de 12 horas tras un infarto de miocardio o cerebral, podría reducir los efectos de estos episodios a la mitad.
El líquido inyectado es un anticuerpo que consigue inhibir el terrible poder de la enzima MASP-2, la cual actúa en este tipo de necrosis isquémica. Los infartos se producen en consecuencia a una obstrucción de las arterias que lo irrigan por una hemorragia, coágulo u otros factores. Esto provoca falta de riego sanguíneo y por tanto, de oxígeno, que sufre el órgano al obstruirse y no ser irrigado. A esto, es a lo que se le denomina isquemia.
Según el equipo liderado por el inmunólogo alemán, el mayor riesgo para el tejido se produce, paradójicamente, cuando se reanuda la circulación sanguínea ¿Por qué? Pues porque es entonces cuando las células afectadas por la falta de oxígeno se comportan a modo de invasor para las defensas de nuestro organismo.
Pero gracias a la nueva inyección desarrollada por este equipo, estos daños podrían evitarse y reducirse en un 50% aislando la enzima MASP-2. Según las declaraciones de Schwaeble a BBC: «investigamos esta respuesta del sistema inmunológico y descubrimos que en las defensas del organismo contra invasores patógenos interviene una enzima, la MASP-2, que juega un papel importante en la respuesta frente a las infecciones».
Para evitar que esa enzima juegue ese papel tan vital para la vida de muchas personas, los científicos consiguieron aislar la proteína OMS646, y se percataron de que ésta neutraliza los efectos de la temible enzima: «el anticuerpo inyectado impide que las defensas del organismo actúen contra las células privadas de oxígeno», argumentó el inmunólogo. Siempre y cuando, está claro, se administre antes de las 12 horas señaladas por los investigadores.
Pero el futuro de esta inyección podría ampliarse según el equipo de la Universidad de Leicester, que afirma que esta técnica podría llegar a usarse en operaciones como transplantes, ya que el nuevo órgano que se le pone al paciente también actúa como invasor en el cuerpo humano.
De momento los investigadores aseguran que la inyección no solo ayuda a mitigar los efectos causados por un infarto en el sistema inmunológico, sino que también ayuda al cuerpo a su proceso de recuperación.
Redacción QUO