Su velocidad sería la envidia de cualquier escudería de fórmula 1. El cerebro es capaz de procesar los rasgos externos de un rostro, pelo, orejas y barbilla, en 100 milisegundos, y los internos, ojos, nariz y boca, en alrededor de 170. Lo han comprobado los profesores de la Universidad Autónoma de Madrid, Jaime Iglesias y Ela I. Olivares, registrando las ondas cerebrales que se producen cuando se ven rasgos faciales.
Percibir un rostro es un reto para la mente, porque le exigimos que lo haga a velocidad de vértigo para poder hacernos una idea sobre la otra persona. Cómo si no podríamos responder a esas preguntas que nos hacemos cotidianamente: ¿Me gusta o no? ¿Es de fiar? Pero se encuentra con una dificultad: debe procesar mucha información en muy poco tiempo porque la cara es un “objeto” complejo, con muchos elementos.
Para hacerlo sigue una estrategia que consiste en procesar primero los rasgos externos y adentrarse en la cara siguiendo círculos concéntricos. Después, detecta relaciones entre los rasgos (contorno craneofacial, dos ojos sobre una nariz y una boca) y los agrupa para configurar una idea global sobre el rostro.
Redacción QUO