Millones de varones en todo el mundo padecen de disfunción eréctil. Las causas de este trastorno pueden ser físicas, vinculadas a problemas circulatorios y a hábitos nocivos como el consumo de tabaco y alcohol. Pero también psicológicas. Y los tratamientos oscilan entre el uso de fármacos como la Viagra o las terapias especializadas.
Pero hay pacientes que no responde ni aa unos ni a otros, lo que ha hecho que muchos investigadores se hayan planteado la posible existencia de un componente genético en el riesgo de padecer disfunción eréctil. Hasta la fecha todos los estudios realizados en este sentido habían presentado importantes limitaciones que impedían llegar a ninguna conclusión. Pero, ahora, por primera vez, una investigación realizada conjuntamente por equipos de las universidades de California, Washington y Salt Lake City, ha encontrado la primera evidencia de un posible vínculo entre factores genéticos y este trastorno sexual masculino.
Los investigadores realizaron su estudio con 36.600 voluntarios, y revisaron los datos referentes a estudios previos que involucraban a otros 200.000 varones británicos. Y los resultados revelaron que, al menos, un tercio de los casos de disfunción eréctil podrían estar vinculados con la existencia de un riesgo genético previo.
Concretamente, los autores del estudio descubrieron la existencia de lo que se conoce como un locus genético (que es como se denomina a una posición fija en un cromosoma que determinaría la posición de un gen o marcador genético), vinculado con un gen llamado SIM1.
Este gen esta vinculado con el peso corporal pero también juega un papel en la función sexual. Y según los resultados del estudio, quienes presentan este locus genético pueden tener un riesgo hasta un 26% mayor de sufrir disfunción eréctil, al margen del otros factores de riesgo.
Por supuesto, hace falta investigar mucho más, pero este hallazgo puede suponer una esperanza para el desarrollo de futuros tratamientos destinados a esos pacientes que no responden positivamente ni a los fármacos ni a las terapias contra la disfunción sexual.
Fuente: Newsweek.