El colesterol es una sustancia esencial para el organismo humano que interviene en la formación de los ácidos biliares, que posibilitan la digestión de las grasas. Además, hace posible también la formación de algunas hormonas, como las sexuales o las tiroideas. Llega a nuestros órganos a través de la sangre, encargada de transportarlo. Hasta ahí, todo bien. El problema surge cuando los niveles de colesterol son demasiado elevados, ya que esto pone en riesgo nuestra salud (sobre todo la cardiovascular).
Como sabemos, existen dos tipos de colesterol: “bueno” (conocido como HDL, y que transporta el colesterol de otras partes del cuerpo al hígado, donde se elimina) y el “malo” (o LDL. Un nivel alto de LDL lleva a una acumulación de colesterol en las arterias, lo que aumenta el riesgo de enfermedades coronarias).
Pero, ¿qué ocurre si tenemos el colesterol “bueno” demasiado alto? ¿Es beneficioso o es perjudicial?
Hasta hace poco, la creencia general era que tener altos niveles de HDL evitaba el riesgo de enfermedades coronarias. Pero nuevos estudios parecen reflejar que contar con niveles de HDL demasiado altos (por encima de 60 mg/dL) no es bueno para nuestra salud.
Una reciente investigación, publicada en el European Heart Journal, asegura que niveles muy altos de colesterol HDL pueden aumentar el riesgo de enfermedades infecciosas, como la gastroenteritis o la neumonía.
El estudio apunta a la necesidad de avanzar en la investigación del colesterol HDL no solo en relación al riesgo de padecer enfermedades cardíacas (hasta ahora la tónica general), sino también otro tipo de patologías, como las enfermedades infecciosas.
Belén Robles González