Los perros disfrutan de unos 200 o 300 millones de células olfativas frente a los cinco millones que tiene el ser humano. Su magnífico hocico le permite, por ejemplo, localizar explosivos, drogas, dinero, personas sepultadas bajo los escombros o explosivos. Con un proceso de aprendizaje en positivo, sin castigos físicos, los canes también detectan determinadas enfermedades, como la malaria, el cáncer o la diabetes. Ahora los científicos añaden un nuevo talento: detectar ataques epilépticos.
Durante las convulsiones, el ser humano emite un olor característico que un perro, previamente entrenado, puede reconocer, según un artículo publicado en Scientific Reports. Los investigadores relatan que podrían identificar correctamente estas señales en cualquier lugar con una tasa de precisión que alcanza, en algunos casos, el 100%. Incluso la detección por parte de ejemplares con menor rendimiento, la tasa de acierto es superior a la probabilidad aleatoria.
A qué huele la epilepsia
Esta sería la primera vez que una investigación demuestra un cambio detectable en el olor que desprende el organismo humano en las convulsiones, lo que abriría una nueva vía a la investigación sobre la epilepsia y también a los 65 millones de personas en el mundo que padecen la enfermedad.
El estudio incluyó tres hembras y dos machos de razas mixtas adoptados en refugios. Su entrenamiento corrió a cargo de expertos en detección de enfermedades de Medical Mutts, un centro de entrenamiento canino con sede en Indianápolis. Amelie Catala, autora principal del estudio y estudiante de doctorado en la Universidad de Rennes de Francia, explica que se tomaron muestras de sudor de siete mujeres con diferentes grados de epilepsia que se colocaron en latas de metal para que los animales recogieran correctamente aquellas que contenían signos de ataque. Todos obtuvieron buena puntuación, pero en algunos el resultado fue perfecto.
“Significa que todos son altamente exitosos, muy por encima del azar”, indica Catala. El estudio, sin embargo, no prueba de manera concluyente que los perros puedan sentir un ataque que se avecina usando su hocico. El aprendizaje más exhaustivo sobre los compuestos químicos de este olor a convulsiones y cuándo se emiten podría ayudar a los investigadores a valorar si sería posible predecirlas con tiempo y cómo hacerlo.
Por otra parte, la Universidad de Alicante está llevando a cabo un proyecto, junto a ACEA Adiestradores, de entrenamiento de perros para detectar crisis de epilepsia con el objeto de descubrir cuál es la molécula que detectan estos animales unos 15-20 minutos antes de que se produzca la crisis.
El vínculo con el animal es decisivo
Los perros que son adiestrados para detectar estos ataques perciben cambios químicos, cambios en la frecuencia cardíaca o en la respiración. La epilepsia es un trastorno derivado del funcionamiento anormal de un grupo de neuronas (células nerviosas) que se produce de forma esporádica en una zona concreta del cerebro, según la Federación Española de Epilepsia. Se manifiesta con crisis recurrentes, pero no siempre son convulsivas.
Para que el adiestramiento de estos perros sea efectivo, uno de los aspectos más importantes a la hora de entrenar a estos animales es el vínculo entre el propietario y el can. Se inicia cuando son muy jóvenes, en torno a los dos o tres meses de edad. Los únicos que están excluidos son los potencialmente peligrosos, aunque, en el caso del proyecto alicantino, la raza que mejor resultados ha dado es el border collie y, en el caso de los mestizos, aquel cruzado con braco.
Marian Benito