Cualquiera al que le guste la noche estará familiarizado con la lucha de tratar de encajar en el mundo de las personas matutinas. Normalmente percibidos como perezosos o fiesteros, los investigadores podrían finalmente haber identificado el error genético que causa que estas personas tengan ese desfase social.
Un estudio en la revista Cell, reveló que muchas personas que se levantan tarde y madrugar les supone un esfuerzo tremendo, no es que sean perezosas, es que su reloj interno está programado genéticamente para funcionar entre 2 y 2.5 horas más lento que el resto de la población. La culpa la tiene una mutación en un gen que controla el reloj interno llamado CRY1.
«Los portadores de la mutación tienen interiorizados días más largos que los demás, por lo que se pasan la vida intentando llevar el horario general», dijo la investigadora principal Alina Patke, de la Universidad Rockefeller de Nueva York.
Los verdaderos noctámbulos son personas que, incluso en ausencia de entretenimiento y luces eléctricas, se duermen y se despiertan tarde. Que nos entretengamos con nuestras redes sociales y fotos de gatitos no nos hace mutantes.
Estas personas suelen ser diagnosticadas de trastorno de la fase de sueño retrasado (DSPD, por sus siglas en inglés), y los investigadores estiman que alrededor del 10 por ciento de la población mundial está afectada.
Además de estar más cansados, las personas con DSPD sufren una serie de problemas de salud relacionados con diabetes y problemas cardíacos.
«Es como si estas personas tuvieran un jet lag perpetuo», dijo uno de los investigadores, Michael Young. «Por la mañana, no están listos para que llegue el día siguiente».
Patke y sus colegas identificaron esta mutación genética por primera vez hace casi una década, cuando una mujer de 46 años ingresó a la clínica del sueño que llevaba peleando años con su ciclo del sueño. Después de haber sido instalada en un apartamento sin ventanas, televisión o Internet durante dos semanas, la mujer todavía tenía un ritmo circadiano extrañamente largo de 25 horas y dormía en intervalos cortos.
Estudiaron sus genes y gracias a ello descubrieron que tenía una mutación de una sola letra en el gen CRY1 y empezaron a sospechar que ese podía ser el problema.
La buena noticia de todo esto es que nuestro reloj interno, está controlado por señales externas como la exposición a la luz y otros estímulos, por lo que las personas deberían poder controlar sus problemas de sueño si se adhieren a una rutina controlada.
«Un ciclo externo y una buena higiene del sueño pueden ayudar a forzar a un reloj de marcha lenta a adaptarse a un día de 24 horas», dijo Patke. «Solo es que les costará más esfuerzo».
Aún así, no todos los casos de DSPD son causados por esta mutación genética (a menudo hay otros factores involucrados), pero la encontraron en 1 de 75 individuos de ascendencia europea.
Hace falta más investigación para replicar estos resultados en un tamaño de muestra más grande y para tener una idea de si esta mutación genética afecta otras funciones corporales además del sueño, pero por ahora, ya sabemos que para muchas personas ese esfuerzo para madrugar no es pereza.
Esther Sánchez