Dentro de la ecuación de quienes quieren perder peso está la de tratar de reducir el número de calorías que consumimos, al mismo tiempo que quemamos energía con ejercicio y movimiento. Pero el cambio de comportamiento para aquellas personas que sufren sobrepeso u obesidad puede resultar complicado y alguno de estos dos pilares acaba fallando hasta el punto de que es necesario un apoyo en forma de fármaco. Pero encontrar uno que sea capaz de ayudar en ambos sentidos y durante un largo periodo de tiempo ha resultado infructuoso hasta ahora.

Las investigaciones sobre cómo tratar a pacientes con sobrepeso u obesidad se centraban en los mecanismos biológicos que rigen cuánta cantidad de comida nos llevamos a la boca. Sin embargo, la manipulación de los circuitos neuronales que controlaban este proceso no ha llevado a la creación de medicamentos eficaces, por lo que se decidió mirar en otra dirección: investigar la red neuronal encargada de la quema de energía. Un proyecto liderado por el doctor Marc Schneeberger Pané, del laboratorio de Jeffrey M. Friedman en la Universidad de Rockefeller y que ha dado buenos resultados.

Pero para entender bien el proceso necesitamos saber antes cómo gastamos energía los mamíferos. Los humanos lo hacemos de muchas maneras, pero la más importante es produciendo calor. Cuando la temperatura ambiente desciende, quemamos más combustible para mantener una temperatura corporal constante, pero si empezamos a sentir calor, la quema es menor. Incluso poseemos una tejido graso, conocido como grasa marrón, que nuestro cuerpo quema directamente para producir calor. Los científicos conocían que hay neuronas sensibles a los cambios de temperatura en el hipotálamo del cerebro, pero no sabían hasta qué punto jugaban un papel importante en el proceso o si había más células cerebrales implicadas. Por ello, era necesario mapear las regiones cerebrales que se activaban con el aumento de temperatura ambiente para detectar cuáles eran concretamente. Y ahí vino la sorpresa…

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BortoniaGetty Images

El doble golpe de efecto de las «neuronas del hambre»

El equipo se sirvió de un grupo de ratones a los que se les expuso a temperaturas calientes. Gracias a una técnica avanzada de imagen 3D llamada iDISCO lograron escanear la actividad neuronal de sus cerebros tratando de detectar actividad neuronal concreta y descubrieron que algo ocurría en el hipotálamo, tal y como habían predecido. Pero comprobaron también se activaban que otras neuronas, unas que se encuentran en una zona del tronco cerebral conocida como núcleo dorsal de rafe. Y los sorprendente es que se trataban de las mismas neuronas que hacía un par de años habían sido identificadas como cruciales en el control de la sensación de hambre: «Nuestros nuevos hallazgos demuestran que estas neuronas regulan el equilibrio energético modulando tanto la ingesta de alimentos como el gasto de energía a través de mecanismos de circuito parcialmente superpuestos», tal y como explica Alexander R. Nectow, quien contribuyó a la investigación desde la Universidad de Princeton.

El hecho de que estas «neuronas del hambre» puedan además regular el gasto energético supone un paso de gigante a la hora de mejorar tratamientos farmacológicos que traten a personas con obesidad. Para comprobar su posible eficacia se sirvieron de técnicas bioquímicas que les permitieran activar y desactivar estas neuronas para comprobar su eficacia. El resultado fue directo, cuando las neuronas eran inhibidas, la temperatura corporal aumentaba quemando calorías al mismo tiempo que los ratones perdían las ganas de comer.

Ahora es cuestión de tiempo y más investigaciones para trasladar estos estudios a un fármaco que logre equilibrar este proceso sin que ningún otro proceso vital del cuerpo se vea afectado.

Fuente: Universidad de Rockefeller / Revista Cell / Futurity

Alberto Pascual García