Los avances médicos contra la infección del VIH han permitido que el SIDA, la enfermedad que provoca el virus de inmunodeficiencia humana cuando no se controla, haya pasado de ser la epidemia mortífera que apareció en los años 80 a una enfermedad crónica, cuando se trata correctamente. Pero el riesgo de infección no ha desaparecido, como tampoco lo ha hecho la necesidad de anticiparnos a su contagio avitando las conductas de riesgo. Eso sí, a partir de ahora las personas en riesgo de contagio cuentan con un medicamento con el que complementar sus medidas preventivas.
Se trata del fármaco Truvada, que ha demostrado suficiente eficacia para prevenir que el VIH arraigue y se reproduzca en el cuerpo humano. Por eso la Agencia de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA, en sus siglas en inglés) acaba de aprobar este uso para el medicamento que produce la compañía Gilead Sciences, el cual ya recibió el visto bueno para tratar la infección del virus en combinación con otros fármacos en 2004.
“Los avances médicos, junto a la disponibilidad de casi 30 fármacos particulares del VIH, nos han permitido tratarlo la mayoría del tiempo como una enfermedad crónica”, explicó la directora de la División de productos antivirales de la agencia, Debra Birnkrant, en la página web de la institución. “Pero sigue siendo mejor prevenir el VIH que tratarlo como una infección por VIH de por vida”, añadió.
El mensaje es claro. Este fármaco complementa, pero no sustituye, al resto de las medidas preventivas, por mucho que el riesgo de adquirir la infección por VIH haya descendido en los estudios que maneja la agencia. En concreto, el 42 por ciento en un estudio de 2.500 hombres homosexuales y bisexuales, y de mujeres transexuales; y el 75 por ciento en otro compuesto por 4.800 parejas heterosexuales en las que una persona estaba infectada.
De ahí que esta nueva aplicación de Truvada conlleve asegurarse de que el paciente no está infectado, controlar su uso en quienes hayan tenido dolencias de huesos o de riñones y determinar la posible infección por hepatitis B. Se ha observado que, tras detener el tratamiento con Truvada, los pacientes con el virus VIH-1 -el virus VIH más común- y hepatitis B veían como empeoraba la infección por hepatitis.
No bajar la guardia en la prevención es una cuestión fundamental que ha acompañado a las conclusiones de estudios anteriores que ya indicaban que el uso de medicamentos para tratar la infección por VIH podría ser una profilaxis adecuada. “Sigue habiendo muchas preguntas que contestar”, explicó el investigador Charles Okwundu, quien dirigió una revisión de seis estudios previos que sugirió que “los fármacos antirretrovirales pueden reducir el riesgo de infección por VIH en personas de grupos de alto riesgo”, en un comunicado de la editora Wiley-Blackwell.
Por ejemplo, “¿cómo nos aseguramos de que las personas se adhieren a sus terapias antirretrovirales? ¿Cuáles son los efectos a largo plazo? ¿Tiene la exposición profiláctica una buena relación coste-beneficio a la larga?”. El estudio que dirigió Okwundu, del Centro para la asistencia sanitaria basada en la evidencia de la Universidad Stellenbosch, en Sudáfrica, se centraron en el uso de tenofovir (TDF) con o sin emtricitabina (FTC). Precisamente, el fármaco es una combinación de ambos medicamentos y la confirmación de la profiláxis como medio de prevención eficaz contra el SIDA.
Andrés Masa Negreira