La indignación resulta de vital importancia a la hora de movilizar apoyos para una corriente social, dice Nicole Tausch de la Universidad de Saint Andrews (Reino Unido). Cuando observaron las protestas de estudiantes contra las tasas académicas en Alemania, la respuesta de los musulmanes indios a la desigualdad en India y cómo los musulmanes británicos reaccionaron a la “Guerra contra el Terror” del gobieron británico, Tausch y sus colegas descubrieron que la indignación había jugado un papel positivo en ellas. Concretamente, motivaba a la gente a organizar manifestaciones pacíficas con las que esperaban persuadir a sus adversarios de que rectificaran injusticias sociales. En contextos políticos, la indignación puede ser un indicador de que los individuos aún se sienten conectados al sistema político y representados por él, afirma: “por eso las expresiones de ira, como las que se dan durante las protestas, no deberían considerarse amenazas al sistema, sino signos de una democracia saludable”.
Redacción QUO
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