Casa grande. Refleja extraversión y afectuosidad. Si es pequeña: introversión, necesidad de autoprotección, dificultad en las relaciones o sentimiento de inferioridad.

Casa alargada. Es una señal de la necesidad de crecer. Si es baja, refleja sentimientos de opresión, angustia y preocupación. Cuando se dibuja una casa en dos niveles, es señal de que se posee un buen nivel cognitivo.

Casa vallada. Indica introversión y desconfianza. Si está cercada con formas puntiagudas puede significar disposición a defenderse a toda costa.

Con jardín. Denota una personalidad extravertida, sensible y abierta a los demás.

La puerta es el elemento que regula la entrada a nuestro espacio vital. Omitirla puede ser despiste, o bien bloqueo y necesidad de aislamiento con respecto al mundo exterior.

Si está Cerrada (excepto en niños pequeños, ya que abrirla requiere mayor habilidad), delata introversión y miedos. Cerraduras: culpabilidad y temor a ser juzgados.

Una puerta grande refleja necesidad de dependencia o una generosidad extraordinaria. Una puerta en cada lateral: confrontación entre dos miembros de la familia. Si se ubica a un lado, se trata de una persona selectiva y con sentido crítico.

Ventanas. Su ausencia puede indicar exceso de presión en el ambiente familiar, carencias afectivas o sobreprotección. Con barrotes o cruces: desagrado.
las ventanas decoradas son señal de un sentido estético, detallista y sensible.

Si están Mal alineadas, significan impulsividad.

Techo. Se asocia con la mente humana: fantasía, conciencia, sentido moral, religiosidad… Techo que sobresale: idealismo y poco contacto con la realidad. Techo casi inexistente: falta de creatividad, escaso nivel cognitivo y trastornos de aprendizaje. Con tejas o muy elaborado: racionalidad, gusto por los ideales y el pensamiento. Techo aplanado: conflictos en el seno familiar.

Chimenea con humo muy denso: problemas familiares o personales y deseo de expulsar esa energía negativa.

Redacción QUO