Es el último día de instrucción para Sandra. Con solo las cuatro jornadas de práctica que ha completado hasta el momento, dice estar ya más alerta durante el día y que le cuesta menos dormir mejor por las noches. Lo que está experimentando, según nos explica Tata Sandoval, profesora del método, es una disminución de lo que llaman la red neuronal por defecto (DMN, por sus siglas en ingles).
Esta disminución, asegura, puede comprobarse con un estudio de resonancia magnética, como lo hicieron investigadores de la Universidad de Yale. “La DMN”, explica Sandoval, “es un área que controla las acciones del ser humano cuando el resto del cerebro está distraído. El estudio dice que el 50% del tiempo que estamos despiertos, el cerebro está en estado de distracción y activa la DMN, lo que provoca alteraciones como la ansiedad y la hiperactividad”. El estudio reveló que los participantes disminuyeron la acción de la DMN y consiguieron activar otras áreas del cerebro, al contrario de aquellos que nunca habían meditado.
En cuatro días, Sandra ha logrado disminuir su nivel de estrés. Antes de meditar, ese estrés aumentaba las reacciones de su sistema nervioso simpático y liberaba adrenalina, noradrenalina y cortisol, hormonas que le provocaban un ritmo cardíaco más rápido.
Meditar le ha dado a Sandra resultados positivos. Es una alternativa mejor que tomar pastillas para dormir. Y más allá de las modas, Sandra seguirá conociendo esta práctica que llegó de Oriente y ahora suma miles de adeptos en Occidente.
Redacción QUO
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