Llegado el momento, sería así como elegir si en tu casa o en la mía. Esta pregunta viene a cuento porque científicos japoneses de la Universidad de Osaka, con el profesor Masahito Ikawa a la cabeza, han identificado una proteína en el esperma de ratones que, si se desactiva, interrumpe temporalmente su capacidad para fecundar el óvulo. Podría ser un paso decisivo para crear una píldora anticonceptiva masculina y se quiere ver en ello un nuevo avance en la igualdad de género y en la gestión de la fertilidad también por parte del varón.
Si pasa de ensayo, será un hito científico. Pero hasta ahora, todos los intentos de crear un método similar a los tratamientos hormonales femeninos, como la píldora y los dispositivos intrauterinos, han sido una cadena de descalabros. Es verdad que ningún otro ha respondido con eficacia en el entorno científico, pero la auténtica razón parece diferente.
La industria farmacéutica no apuesta por un producto que requiere inversiones muy costosas si no sabe si calará fuerte en la sociedad. Así piensa el ginecólogo Roberto Lertxundi, un científico que rabia desde hace tiempo por lo que él considera “un bloqueo machista” por parte de los laboratorios. “Científicamente, no existen argumentos que justifiquen que el hombre casi en 2016 no disponga aún de una píldora u otra solución parecida a los anticonceptivos femeninos para gestionar su fertilidad”. Igualque ha hecho en ocasiones anteriores con proyectos que parecían esperanzadores, Lertxundi celebra esta investigación publicada en la revista Science y ofrece un voto de confianza al equipo japonés. “Esta vez”, explica, “el estudio se ha centrado en la proteína calcineurina, que se genera en los testículos y es clave en la fertilidad masculina. Cuando se les desactivó este gen, los ratones continuaban con sus prácticas sexuales, pero no dejaban preñadas a las hembras, ni siquiera cuando se les introdujeron los espermatozoides en los óvulos mediante fecundación in vitro”.
El descubrimiento en ratones podría ayudar a crear un modo no hormonal de anticoncepción. Vendría en forma de pildora, inyección o implante bajo la piel
A los animales se les administró un fármaco que bloquea la calcineurina, y al cabo de cuatro o cinco días ya habían perdido su fertilidad. Lo bueno es que, una vez que dejaron el tratamiento, los ratones recobraron su fertilidad en una semana. Ikawa reconoce, no obstante, que aún tendrían que encontrar un medicamento complementario, ya que la opción de la ciclosporina,probada también en otros experimentos, tendría demasiados efectos secundarios. “Necesitamos desarrollar un fármaco que se dirija específicamente a la calcineurina del esperma”, ha avanzado el científico japonés en un comunicado.
CON ESTAS PRIMERAS HIPÓTESIS EN LA MANO, el urólogo Natalio Cruz, presidente de la Clínica Andromedi, cree que las intenciones de Ikawa parecen vencer algunas de las resistencias que hasta ahora podrían haber obstaculizado el llamado “píldoro”: “Que sea independiente del acto sexual, aceptable para hombre y mujer, que no interfiera en su libido ni en su potencia sexual, que el impacto en su futura descendencia sea nulo y tenga una efectvidad igual o mayor que los métodos femeninos con los que se puede comparar”.
Queda en el aire el requisito más turbio:estar exento de efectos secundarios a corto y a largo plazo. Y de nuevo, Roberto Lertxundi replica: “Si hablamos de efectos secundarios en el hombre, parece que se olvida que millones de mujeres que consumen la píldora sienten, sobre todo en las primeras fases, náuseas, aumento de los pechos y mayor sensibilidad en ellos, cefaleas, fluctuaciones de peso, retención de líquidos, alteraciones de humor, libido más baja y pérdida de visión. Por nombrar solo algunos de esos efectos indeseados que la industria farmacéutica no quiere para el hombre”.
Para el hombre sería importante encontrar una opción segura, efectiva y, sobre todo, reversible de control de su futuro reproductivo
Sea por un motivo u otro, desde que la píldora femenina salió al mercado, en 1960, siempre ha habido obstáculos en la producción de anticonceptivos masculinos. Se ha señalado como posible causa la complejidad que existe a la hora de detener la fertilidad de ese inmenso patrimonio de esperma que, además, se renueva cada tres días, a razón de 44 a 200 millones de espermatozoides diarios. Lertxundi insiste en que hay probablemente un prejuicio ideológico que tiene que ver con ese vínculo ancestral entre la virilidad y la capacidad reproductiva.
Aaron Hamlin, confundador y director ejecutivo de Male Contraceptive Initiative, una organización que recoge fondos para este tipo de investigación, añade el factor económico para explicar este cerco. Echa de menos en la contracepción masculina una mano filantrópica como la de Katharine McCormick en la década de 1960, cuando favoreció la entrada de la píldora en la sexualidad femenina y, con ella, “el dominio sobre un viejo demonio”.
Aun así, investigadores de unos y otros laboratorios y universidades de todo el mundo no cejan en su empeño. Y si fuese por los anuncios que diferentes científicos se han apresurado a hacer inmediatamente después del éxito de sus primeros ensayos, el hombre hoy ya podría ir a la farmacia a recoger su “píldoro”. En diciembre de 2013, un equipo de la Universidad de Monash, en Australia, creyó haberlo conseguido cuando logró bloquear en ratones el mecanismo que activa la eyaculación sin impedir el orgasmo. Desactivó las dos proteínas que permiten el avance del esperma en la eyaculación, de manera que el músculo no recibía el mensaje químico que indica que debe impulsar los espermatozoides hacia el pene.
La investigación prometía ser un hito después de tres décadas de experimentos frustrados. Frente a los cócteles propuestos hasta el momento, la ventaja que presentaba es que bloqueaba el mecanismo nervioso que activa la eyaculación sin alterar la vida sexual ni la intensidad de sus orgasmos. Los ratones producían una eyaculación seca, pero con orgasmo.
El anticonceptivo oral, eficaz, seguro y reversible podría estar disponible en unos diez años. El investigador principal de este grupo, Sabatino Ventura, no lo descarta todavía. Habría que tomarlo a diario y sus efectos se detendrían con la suspensión del tratamiento. Pero Natalio Cruz considera que el hecho de que no se expulse el líquido seminal en el momento del orgasmo puede convertirse en un serio inconveniente psicológico para la aceptación entre muchos hombres de este método anticonceptivo en el caso de que llegase a consolidarse.
El hombre no estaría dispuesto, explica el psicólogo Esteban Cañamares, a tomar un medicamento que él considerase que podría amenazar su virilidad. “Si no eyaculasen a causa de la píldora, sentirían una gran incomodidad durante el acto sexual. Esto se ha visto, por ejemplo, tras una operación de próstata. Hay hombres que terminan adaptándose y se olvidan de la eyaculación, pero durante los primeros meses se resisten a asumir esta realidad“.
Ha habido progresos también con el aceite de gosipol, un compuesto que se encuentra en el pigmento de la planta del algodón. En los años 60, se vio que trabajadores chinos que cocinaban habitualmente con este tipo de aceite sin refinar estaban sufriendo dificultades a la hora de procrear. Se probó entonces como agente anticonceptivo masculino en más de 9.000 hombres, y en el 99% de los casos quedaban azoospérmicos durante los 75 días posteriores. Pero muchos de ellos no recuperaron la fertilidad al detener su ingesta, y el 12,6% presentó fatiga, trastornos digestivos y disminución del deseo sexual.
Igual ha ocurrido con otras sustancias halladas en 170 plantas exóticas medicinales con efectos anticonceptivos. Dada la gravedad de sus efectos secundarios, las investigaciones se han paralizado en sus fases iniciales por falta de financiación. Se han estudiado opciones muy variadas, como actuar sobre la génesis de los espermatozoides, pero en los ensayos ha sido difícil conseguir que, junto con la azoospermia, no se vayan también la libido y la erección y no se alteren algunos rasgos metabólicos, como el colesterol y la tensión arterial.
Lertxundi recuerda que en los años 90 la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó un estudio, elaborado en cuatro continentes, solo con administración de testosterona. Pero el porcentaje de embarazos era superior al idóneo, precisaba inyecciones semanales y un buen número no respondía adecuadamente al tratamiento, además de tener demasiados efectos secundarios. Ha habido más intentos, pero hoy parece poco probable que la anticoncepción hormonal masculina llegue por la administración de testosterona.
Combinada con otras hormonas, se han abierto nuevas vías mediante implantes subdérmicos periódicos, inyecciones semanales o diarias, y parches o geles sobre la piel. Pero los problemas con los efectos secundarios, como aumento de peso y alteraciones metabólicas, persisten en todos estos casos.
Una línea en marcha en la investigación actual va por esa combinación óptima de testosterona y progestágenos, otro grupo de hormonas. De momento, más esperanzas rotas. Los laboratorios Organon y Schering se unieron para presentar en 2009 un anticonceptivo hormonal masculino con una dosis mínima de testosterona y pocos efectos secundarios a medio y largo plazo, pero la promesa quedó truncada, según la opinión de Lertxundi, por falta de confianza: después de un tiempo llegó una nueva fusión empresarial. La idea era un implante subdérmico que bloquearía la producción de espermatozoides. En ratas parecía eficaz, sin daños colaterales y fácilmente reversible. Se bautizó como “píldoro” cuando estaba a punto de pasar a la fase III, justo el momento de su interrupción.
Para 2012 estaba también anunciada la llegada de una píldora, parche o gel, fruto de una investigación en los laboratorios del King’s College de Londres, Reino Unido. La base estaba en un producto químico que detendría el trayecto de los espermatozoides. Ya en 2010, la Universidad de Bar Illan, en Israel, desarrolló un bioquímico destinado a desactivar una proteína vital en el esperma, para que este pudiera llegar al útero sin fecundar el óvulo. Los científicos comprobaron que los ratones con los que se experimentó conservaban su apetito sexual habitual, comían con ganas y se divertían. Se pensó por ello que no sería difícil que este comportamiento se repitiese en humanos cuando se probase en ellos dicha sustancia. Bastaría una dosis cada tres meses. Su autor, Haim Breitbart, calculó que en cinco años el hombre tendría por fin su propio método anticonceptivo. Ha pasado el plazo y aún está por llegar.
Otra propuesta es Vasalgel, una inyección a base de un polímero no hormonal que impide el paso de los espermatozoides al pene. Según la Fundación Parmesus, colaboradora en su estudio, en 2017 ya podría estar a la venta, teniendo en cuenta el éxito obtenido en tres monos a los que se les administró el fármaco. Ninguna de las 15 hembras fértiles que mantuvieron encuentros sexuales con ellos fue fecundada. Se espera que en los próximos meses se inicien las pruebas en humanos.
[image id=»74466″ data-caption=»Semilla animalSu nombre procede del griego sperma, semilla, y zóo, animal. Un espermatozoide recorre 4 mm/min; como mide 55 micras, recorrer un milímetro es una gran tarea.» share=»true» expand=»true» size=»S»]Ni esta ni ninguna de las otras opciones expuestas protege contra las enfermedades de transmisión sexual. Por eso, según los expertos consultados, la industria farmacéutica duda de que el hombre asuma la responsabilidad en la anticoncepción. Pero los datos apuntan que la actitud masculina es abierta. Lertxundi menciona una encuesta que se hizo hace ya unos años en la que participaron hombres de toda Europa, Estados Unidos, América Latina e Indonesia. Los consultados demostraron un deseo apremiante de tomar por fin el control de su fertilidad y evitar embarazos indeseados.
Dos tercios de los hombres estarían dispuestos a probar la nueva píldora, según un estudio impulsado por la Fundación Kaiser Family. “Probar, sí. ¿Y darle continuidad? ¿Persistir a lo largo de su etapa fértil? ¿Convertirse en visitantes crónicos de los centros de salud, teniendo en cuenta su actitud reacia a los chequeos?”, se pregunta Natalio Cruz. “No pasemos por alto que ellos siempre tienen a mano razones para dar la espalda a los asuntos que conciernen a su salud”. Frente a la actitud masculina, aparece un muro aún más potente: la mujer. ¿Dejaría en manos de su pareja el control de la natalidad? De nuevo una encuesta, en la Universidad de Teesside, Reino Unido, indica que a la mayoría de la poblacion femenina le costaría confiar a sus parejas este asunto sin tener que estar pendientes de que toma la dosis adecuada y con la periodicidad exacta.
Cañamares considera que el hecho de que el embarazo no sea para ellos un riesgo tan latente y directo es algo decisivo. Por otra parte, toma en cuenta también que la sexualidad se basa, cada vez más y sobre todo, en los sectores más jóvenes, en relaciones esporádicas e informales en las que el preservativo sería un método insustituible. “La pílodora en estos casos no debería destronar al preservativo”. Y en las parejas estables, hace una distinción: “Aquellas mujeres con un carácter más dominante no cederían el control del proceso reproductivo si no encontrasen el modo de vigilar si su pareja ingiere la pastilla y si lo hace siguiendo las indicaciones de un modo estricto. Lo importante no es quién toma el fármaco, sino quién controla si se toma o no, qué se toma y hasta cuándo se toma. Por lo demás, no supondría un cambio de fondo, pero sí una ventaja para las parejas, puesto que podrían repartir el esfuerzo que supone la anticoncepción”.
[image id=»74467″ data-caption=»Dentro del testículo En esta malla de túbulos seminíferos se producen esos 100 millones de espermatozoides que comporta cada eyaculación. Además, son los generadores de testosterona, de cuyo nivel dependen rasgos como el vello facial, el tono de voz, etc.» share=»true» expand=»true» size=»S»]No hay “píldoro”, pero es necesario decir que la cooperación masculina ha sido y es decisiva para el control de la fertilidad humana. Alrededor de un tercio de los métodos anticonceptivos dependen de él: preservativo, vasectomía, coitus interruptus… Unos 80 millones de hombres en todo el mundo se han hecho la vasectomía, un número que crece con las cirugías mínimamente invasivas que se practican en la actualidad.
Pero el preservativo interrumpe el acto sexual y tiene un elevado índice de fallos si no se usa bien. Y la vasectomía, a pesar de las técnicas que permiten una reversibilidad cada vez más sencilla, no es tampoco el método más deseado por la población masculina.
A la espera de la prueba decisiva en humanos del tratamiento propuesto por Masahito Ikawa, parece que hay motivos para esperar que podría funcionar. Los inhibidores químicos usados para anular las proteínas calcineurinas en los ratones ya se están usando en la medicina humana como fármacos inmunosupresores que ayudan a disminuir el riesgo de rechazo a personas que han recibido trasplante de órganos. Teniendo en cuenta el optimismo con que ha recibido la comunidad científica este hallazago, los investigadores se han apresurado a comunicar que esta medicación en cualquiera de sus formatos actuales no tendría ninguna validez si se usase con una finalidad anticonceptiva, y el riesgo de efectos secundarios sería muy alto.
Para el equipo de la Universidad de Osaka, hay que tomarlo como una diana eficaz para despertar el interés de las compañías farmacéuticas por desarrollar ese fármaco específico que permitiría hablar de la píldora también en masculino y traería la igualdad de género en un asunto más. “De la misma manera que comparten el placer sexual, que puedan también compartir responsabilidad. Aplicando el viejo proverbio, los iguales pactan con libertad”, dice Lertxundi. Y acaba con la siguiente reflexión: “Vemos que los experimentos van en muchas direcciones. Se han sentado las bases para conseguirlo si se rompen las barreras que dificultan estas investigaciones y se crean las condiciones educativas e ideológicas para la contracepción masculina. Minimizar los efectos secundarios y garantizar la reversibilidad son equisitos indispensables para comercializar la píldora masculina.
Los laboratorios miran al preservativo
Desde hace tiempo, la investigación en contracepción masculina se ha centrado en dotar al hombre de un producto más atractivo que el viejo condón para que no se resista a su utilización, sobre todo en encuentros esporádicos. El resultado son novedosas propuestas de preservativos con texturas diferentes, tamaños y formas adaptables, y la promesa de no perder la erección durante su manejo.
La iniciativa Next Generation Condom de la Fundación Gates promueve la búsqueda de un condón para el futuro. Y de momento ha aportado 100.000 dólares a un equipo de investigadores australianos que experimenta con un preservativo de hidrogel, un material que ya se utiliza en implantes que requieren recrear el tacto y la textura de la piel humana. Además, este material puede ser autolubricante, biodegradable e incluso programable para administrar de forma controlada medicamentos como la Viagra.
Redacción QUO