Un grupo de científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) dirigidos por Manuel Serrano, junto a un equipo de la Universidad de Valencia e investigadores del IMDEA (Alimentación de Madrid), han conseguido por primera vez aumentar de forma global los mecanismos antioxidantes naturales de las células, lo que provoca un retraso en el envejecimiento y un aumento en la longevidad.
En el origen del envejecimiento juega un papel muy importante la progresiva acumulación de daños en las células. Pero hay muchos tipos de daños y todavía se desconoce cuáles son los verdaderos responsables del envejecimiento y cuáles son simples daños colaterales de poca relevancia. Una de las posibles explicaciones es la hipótesis oxidativa del envejecimiento o hipótesis de los radicales libres, que afirma que el metabolismo produce de modo incontrolable radicales libres derivados del oxígeno y que estas son las que promueven reacciones que dañan macromoléculas. Desafortunadamente, la gran mayoría de intentos por demostrar que el daño oxidativo es una de las causas que contribuye al envejecimiento han resultado fallido. Al menos hasta el mencionado trabajo realizado por científicos españoles.
Los investigadores han utilizado una aproximación genética para aumentar los niveles de NADPH, una molécula relativamente sencilla cuya importancia es clave para las reacciones antioxidantes y que, sin embargo, hasta ahora no había sido objeto de estudio en relación al envejecimiento. En concreto, han generado ratones transgénicos con expresión aumentada en todo su organismo de una de las enzimas más importantes para la producción de NADPH, la glucosa-6-fosfato deshidrogenasa (o G6PD). “Como era de esperar, las células de estos animales son más resistentes a tratamientos oxidativos artificiales altamente tóxicos, demostrando así que el incremento de G6PD realmente mejora las defensas antioxidantes”, explica Sandrina Nóbrega-Pereira, primera firmante del trabajo publicado en Nature Communications.
Los resultados muestran que los roedores transgénicos presentaban menor daño oxidativo que los no transgénicos, sus probabilidades de desarrollar tumores no aumentaba (lo que demuestra que la terapia no tenía efectos adversos en este sentido),envejecían más tarde y, las hembras transgénicas vivían un 14% más que las no transgénicas, mientras que no observaronefectos significativos en la longevidad de los machos. “Este aumento de la longevidad, aun siendo modesto, es llamativo teniendo en cuenta que hasta ahora los intentos de aumentar la longevidad manipulando las defensas antioxidantes habían fracasado”, concluye Pablo Fernández-Marcos, también parte del estudio.
Con estos resultados, los autores del trabajo apuntan al uso de fármacos que aumenten los niveles de NADPH como posibles herramientas para retrasar el envejecimiento en humanos y aquellas enfermedades asociadas a él como la diabetes, entre otras. Concretamente, la vitamina B3 y sus derivados son responsables de la síntesis de los precursores del NADPH y son candidatos idóneos para futuros estudios.
Juan Scaliter