El dolor ha sido siempre una sensación que tiene mucho de subjetiva. Por eso, hasta la fecha, era difícil encontrar un método realmente fidedigno de medir su intensidad. Pero ya estamos un poco más cerca, gracias al avance tecnológico que ha presentado la compañía israelí Medasense Biometrics.
Se trata de un sistema no invasivo, basado en un sensor que se coloca en un dedo del paciente y que recoge los síntomas fisiológicos relevantes. A partir de una serie de algoritmos de inteligencia artificial, la máquina es capaz de interpretar esos datos y cotejarlos con un índice de dolor, que se actualiza de forma continua y en tiempo real. Los médicos pueden consultar esta referencia en un monitor ubicado junto a la cama del paciente.
La importancia de este invento reside en que permite conocer el grado de dolor que sufren los pacientes que no son capaces de hablar en esos momentos por sí mismos, y resultará de gran utilidad en los quirófanos. Y es que su creador, Galit Zuckerman, explica que la idea para desarrollar este dispositivo la tuvo al escuchar historias de su madre, una enfermera, de pacientes bajo anestesia durante operaciones quirúrgicas que se despertaban por los dolores tan intensos que sufrían.
Redacción QUO
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