Cuando un médico diagnostica reúma, no está diciendo gran cosa, ya que no existe una dolencia como tal.

Con dicho término se agrupan casi un centenar de afecciones relacionadas con el sistema locomotor músculo-esqueleto, cuyos síntomas son dolores en las articulaciones o alrededor de ellas.

Otras veces, las enfermedades reumáticas producen molestias, pinchazos, sensación de pesadez, tirantez o cansancio.

Pero no son los huesos los que duelen, sino lo que los rodea. Aquí tienes los más comunes (y molestos) tormentos óseos.

1. Descalcificación y alteración muscular. Los huesos pueden sufrir un proceso de descalcificación y volverse muy frágiles sin una causa aparente, o debido a un trastorno hormonal. Por ese motivo aumenta su riesgo de fractura ante un traumatismo mínimo, como ocurre cuando se padece osteoporosis. También puede producirse una alteración en los músculos como consecuencia de una contractura prolongada, como en el caso de la tortícolis y de los dolores de espalda. 2. Inflamación del cartílago articular. Se trata de una especie de “almohadilla” que llevamos en las uniones entre huesos, y que, si se desgasta, deja de amortiguar. Es lo que llamamos artrosis, y afecta a las articulaciones que soportan peso, como la columna, las rodillas y las caderas. Otras veces este cartílago se hincha de forma repentina y con intenso dolor, debido a la acumulación de ácido úrico. Es así como se produce la molestísima gota. 3. Fracturas. El tejido óseo es el único que se repara a sí mismo de manera completa. Siempre que se sufre una fractura, surgen células óseas que establecen puentes de tejido inmaduro para unir los extremos del hueso fracturado.

Redacción QUO