De acuerdo con un reciente estudio, el dolor emocional tiene mucho en común con el dolor físico. De hecho es tan parecido que Ethan Kross, uno de los autores y psicólogo social de la Universidad de Michigan asegura que “a nivel superficial, derramarse una taza de café caliente y pensar en la persona que nos ha rechazado parecerían desatar rutas neuronales muy distintas, pero nuestra investigación demuestra que son mucho más parecidas de los pensado inicialmente”.

Puede que el dolor sea distinto, pero el “daño” que sentimos es el mismo. Según estudios previos, ambos sentimientos se procesan en las mismas regiones del cerebro, pero hasta ahora no se había probado una conexión más profunda entre las dos emociones. El equipo de Kross, sin embargo ha señalado dos áreas, hasta ahora desconocidas del cerebro y que han bautizado córtex somatosensorial e ínsula posterior dorsal. Estas se activan cuando experimentamos sensaciones de dolor.

Para comprobar esto, los científicos reunieron a 40 voluntarios que en los últimos 6 meses habían experimentado un rechazo amoroso. Los participantes del estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, fueron sometidos a un imagen de resonancia magnética (MRI) mientras recibían un estimulo negativo (ver la foto de su ex-pareja) y otro positivo (la foto de un amigo/a que les recordara buenos momentos).

Las imágenes obtenidas fueron comparadas con otras anteriores de personas que declaraban sentir dolor físico y emocional. “Encontramos que los sentimientos de rechazo – confirma Kross – activan regiones del cerebro que están involucradas en la sensación de dolor físico”.

Este hallazgo podría explicar como algunos casos extremos de rechazo, pueden causar malestar físico, como fibromalgia, fatiga, dolor general y rigidez articular o psíquico como depresión y ansiedad . Y encontrar una forma más eficaz de tratar todos estos malestares.

Juan Scaliter