En 1948, el artista estadounidense Andrew Wyeth terminó una de sus obras más reconocidas, El mundo de Cristina. Pese a las críticas que tuvo, la pintura fue rápidamente adquirida por Alfred Barr, creador del MoMA, donde puede verse actualmente. La escena que exhibe es tan triste como la historia detrás de ella. El mundo de Cristina habla de una mujer real, Christina Olson, vecina y amiga del pintor. Durante la mayor parte de su vida, la protagonista del cuadro sufrió de algún tipo de desorden que afectó su habilidad para caminar y eventualmente le quitó la movilidad de las manos. Murió a los 74 años de una enfermedad que nunca fue diagnosticada. Hasta ahora.
El neurólogo Marc Patterson, de la Clínica Mayo, se ha especializado en el tratamiento con niños y, de acuerdo con sus estudios, Christina sufría del síndrome de Charcot-Marie-Tooth, un grupo de neuropatías periféricas hereditarias que suele comenzar en la adolescencia. Patterson, quien pudo acceder a los registros médicos de Christina, hará publico su diagnóstico hoy en la 23era Conferencia Clinicopatológica Histórica que se celebra en la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland, una reunión anual que busca diagnosticar figuras históricas y que en el pasado ha tenido como eje central a Lincoln, Darwin o Lenin. Ha sido un caso fascinante – confesaba Patterson –. La obra es una de mis favoritas y el misterio de la enfermedad de la protagonista siempre me ha intrigado. Creo que, en base a lo que sabemos hoy, es el diagnóstico más acertado”.
Juan Scaliter