Puede que las microglías no sean tan famosas como sus primas las neuronas, pero tienen funciones muy importantes. Entre ellas monitorizar constantemente su entorno y, si detectan algún cambio, son capaces de producir moléculas que llevan a las neuronas a modificar sus conexiones. Un ejemplo es la molécula inflamatoria conocida como factor de necrosis tumoral (TNF, por sus siglas en inglés).
“Lo que hemos descubierto – explica David Stellwagen del departamento de Neurología y Neurocirugía de la Universidad McGill en un comunicado – es que la cocaína activa las microglías, lo que provoca la emisión de una señal de inflamación destinada a cambiar los efectos provocados por la cocaína en las neuronas”. El estudio ha sido publicado en la revista Cell.
Mediante el uso de modelos animales, ratones, el equipo de Stellwagen, descubrió que la molécula TNF suprime los cambios sinápticos específicos causados por la cocaína y que serían responsables de la conducta adictiva. Desafortunadamente este efecto beneficioso no dura mucho. “La respuesta – señala Stellwagen – se desvanece con el tiempo. Una de las cosas que podrían provocar la transición de un consumidor ocasional a una dependencia crónica es el desvanecimiento de esta señal, que a su vez permite que las drogas afiancen sus cambios en los circuitos neuronales.”
La pregunta es entonces, ¿hay algún modo de mantener activa esta función? Los científicos probaron con un agente farmacéutico que estimula la producción de TNF y hallaron que ciertas conductas provocadas por el consumo de cocaína, como el aumento progresivo de movimientos, se reducía en los ratones que habían recibido el tratamiento.
Los resultados son esperanzadores a la hora de encontrar solución a la reincidencia en el consumo de cocaína, que puede llegar al 80% de los casos. “Si pudiéramos desarrollar un tratamiento que suprima las necesidades de los adictos en situaciones de estrés, eso les evitaría recaídas. Ese es el objetivo terapéutico de esta investigación”, concluye Stellwagen.
Su equipo se encuentra actualmente investigando si el mecanismo también puede aplicarse a otras sustancias, como el alcohol o la metanfetamina.
Juan Scaliter